¿Daría hoy, si pone el Congreso, a disposición de la justicia ordinaria al legiferante Jorge Mufarech, una lección moral al país? Me temo que el 95% de la población entiende que el establo parlamentario sólo impulsa una comedia suicida de la que sus integrantes no se dan cuenta de manera cabal y honrada. Si esto último puede pedírsele a quienes cobran mucho, no representan a nadie y son hoy los mejores candidatos a una gran pira u hoguera que ahorraría millones de soles al sufrido pueblo peruano que tiene que mantenerlos en nombre de una democracia de juguete.
Pero ¡hoy Mufarech! ¿mañana a quien deguella el Congreso?
Si un congresista sabe, ley no escrita pero tácita e insultante, que se pasa de la raya, esa límite que escriben las pandillas que trabajan en diarios, canales y radios, entonces corre el peligro que le claven una Comisión. ¿Para qué sirven las Comisiones? ¡Para todo, menos para solucionar problemas! Es cierto que hay excepciones, pero el porcentaje de inutilidad y desperdicio de estos esperpentos es proverbial y tristemente célebre.
La Comisión que pide el linchamiento de Mufarech, es presidida por un oscuro notario sullanero: José Carrasco Távara. ¿No hay en este Congreso quién le pregunte a este individuo porqué no impulsa con la misma saña que ha demostrado contra Mufarech, la investigación sobre el crimen de su copartidario y líder popular hace años, Godofredo García Baca? ¿No hay quien recuerde a Carrasco cómo y bajo qué métodos García Baca fue desembarcado de las elecciones internas a candidatos en el aprismo piurano? ¿Este Catón postizo, pretende dar lecciones de moralidad?
¿Y qué decir del caradura y protegido por las patotas periodísticas, Alcides Chamorro? El mismo que se da el lujo de mantener a un quiropráctico como su asesor principal ganando S/. 7000, sin trabajar, en el Congreso. Y cuya esposa, también labora ¡oh coincidencia! en el mismo recinto que, decía González Prada, hasta el caballo de Calígula se avergonzaría de formar parte de semejante corporación. ¿Sería un referente moral para tomarle en cuenta?
Si Mufarech delinquió que se prueben fehacientemente sus metidas de pata e incorrecciones y si hay mérito que pague sus culpas con prisión, reparación civil o como lo establezca el ordenamiento punitivo legal del Perú. Pero, pretender convertirlo en el chivo expiatorio, en la piñata política, de grupos que necesitan urgentemente de un ícono a la inversa, para darse lugar -aunque sea de imbéciles buena gente- en el escenario político, es una impostura. ¡Una barbaridad y un crimen!
Pero, nótese algo imposible de ser eludido en cualquier situación similar, una de las cuales, la inaugural, sería el flagelamiento público de hoy, es que arrieros somos y en el camino nos encontramos. Si hay algo frágil en la vida política y en los puestos públicos ¡es la cabeza! Yugular a Mufarech, en la forma grotesca que lo están haciendo, sólo sería el prolegómeno de un festival de ajusticiamientos en los que lo único válido será ¡matar, matar y matar! ¡La ley, la moral, el derecho de gentes, no servirán para nada!
Este Congreso es mucho peor que los fujimoristas. En el régimen delincuencial de Kenya se entendían las limitaciones y vómitos que solían dar públicamente sus miembros. ¡Hasta daban risa y pena! ¡Pero eran monreros, malhechores profesionales, fenicios de alquiler y pobres diablos a quienes tenía sin cuidado aparentar porque eran sinceros en sus actos inmorales! En cambio en este Parlamento, los gestos se cuidan, se adornan, se emperifollan. Pero ¡qué cierto es aquello que aunque la mona se vista de seda, mona se queda!
Una mayoría parlamentaria hueca, ignorante, soez, profundamenta palurda, oportunista con pretensiones ideológicas orgánicas y hasta programáticas. Con el aporte libresco de unos cuantos fanfarrones de la izquierda caviar-lumpen y de vividoras de ONGs, sólo han protagonizado instantes supremos de grotesco y olvidable ridículo. Para la comisión de sus barbaridades nunca olvidaron ¡eso sí! de invocar a la democracia.
¡Democracia, democracia: cuántos crímenes se cometen en tu nombre!
El colmo del histerismo pseudo-moralizante fue el impulsado por el mediocre ex -ministro Fernando Rospigliosi que necesita, como el cuerpo el agua, de Mufarech, para evitar su hábitat natural, la oscuridad, y estar en la escena pública. Este tipo ha demandado, cuasi implorado porque se acuse, según él por la suficiencia de indicios, a Mufarech de oficio. ¿No es éste el mismo que contrataba con una entidad no existente de su amigote José Ugaz, la supervisión en el tema de uniformes de la PNP? ¿O el que se pasó 30 años diciendo que era izquierdista, “escribía” en Caretas, se paseó por el mundo, ganó dinero, hizo nombre y salió de las mazmorras grises que le corresponden por naturaleza, y ahora dice todo lo contrario? ¿No se llama farsantes a esta clase de mentirosos?
¡Así los legiferantes se convirtieran por arte de birlibirloque, en 5 segundos en santos varones o vírgenes celestiales, el pueblo les miraría con simpatía! ¡Son odiados profundamente! ¡Simbolizan la superficialidad de una democracia blanca, racista, limeña, estúpidamente segregacionista, burocrática, costosa y desigual! El hombre o la mujer que llega a la curul, con excepciones contadas, sufre una transformación violenta. Empieza a manejar dinero y gente. La idiotez le sube a la cabeza. Antes no mandaba ni en su casa y ahora le dicen señor o señora. Tiene auto y quién le abra la puerta del vehículo. Se convierte en personaje y disfruta el clímax de una gestión muy bien pagada. Troca en marciano o venusiano. Los milímetros que lo separan de la debilidad mental y la frivolidad sensualizadora, son imperceptibles.
Pregunto: ¿qué placer tan criminal pueden sentir colocando la cabeza de uno de sus pares para satisfacción de las pandillas mediáticas que no buscan moralidad sino reacomodos y aniquilación de los bullangueros y dicharracheros como Mufarech? Cuando la guillotina remece tendones, destruyendo la vida, no diferencia entre blancos o negros, mestizos o rubios. Sólo corta y cercena. Entonces, ¿cómo se entiende semejante acto suicida de gozar hoy para mañana verse en el mismo banquillo de los acusados?
No hay nada que indique fortaleza sólida en las conclusiones contra Mufarech. Hay vicios procesales y adelanto de opiniones que invalidan un proceso justo o de mínimas garantías de imparcialidad. Así lo han dicho varias personas de esas que “forman” opinión. Sólo la pandilla condena y brama porque se corte ¡de una buena vez! la cabeza al estridente chiclayano quien tampoco es un dechado de virtudes. ¡Y eso lo sabe todo el mundo!
Me temo algo: si el Poder Judicial, funcionando la guillotina bumerán de hoy, no logra probar nada a Mufarech, sólo cabe un retorno y una reparación. ¡Y el ridículo cubrirá más el espectro político nacional, ya de por sí, turbio y fétido! ¿Y qué pasaría? De repente hasta hay una nueva opción política, informe e indescriptible, hoy que prosamos estas modestas líneas, pero sería ¡nada más y nada menos! que la creación de los pillos farsantes que estuvieron detrás de toda esta comedia de errores y malas acciones.
¡Así no se construye un país! ¡Por el contrario se lo termina de adocenar, porque el cáncer de la corrupción no es sólo robar, sino también destruir valores y uno de ellos, el justo proceso y la aplicación inflexible de la ley contra los malhechores habría recibido un mal uso, un despropósito, una grosería sin nombre!
¿Entonces ajusticiaremos a todos los bribones con disfraz de moralizadores? Si otros no lo hacen, problema de aquellos y miedos de otros. ¡Nosotros sí estamos al pie del cañón y listos a disparar con todo el poder de fuego!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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