Creo que la política carece de lógica. Si la tuviera, hace rato que varios funcionarios públicos, ministros, parlamentarios, burócratas, pseudo-defensores, deberían estar en la cárcel. No sólo que ellos trabajan porque el sistema se mantenga tal como está, sino que se da por hecho que esta es la democracia que el pueblo peruano anhela y por la que tiene que asentir que le sigan robando su fe, su esperanza y le asesinen en calles y plazas porque entonces, como no son notables, son parte de la estadística que daría cuenta de un peruano o una peruana menos. Como ocurrió hace pocos días con el vendedor ambulante Cristian Venancio a quien no se brindó un solo homenaje en diarios o televisión.

Si la política tuviera lógica, es decir ética, pandillas enteras de políticos, deberían estar tras las rejas. Vienen engañando al pueblo a través de sus compinches en diarios, radios y canales y embrollando la vida común y silvestre para tener qué decir y en la ocasión adecuada. Aunque ¡por supuesto! jamás resuelvan ni solucionen nada. Si esto ocurriera ¡se les acaba el pretexto! ¡Y también los dólares o sinecuras que vienen fletadas por el aparato estatal que sufraga el resto de peruanos!

Con alguna lógica, la política -y los políticos- habrían buscado respuestas más interesantes y constructivas que haberse desgañitado llamando por mil y un nombres, uno más pintoresco que el anterior, a la asonada etnocacerista de Andahuaylas. Fue el miedo y el estómago los que hablaron. El miedo a perder la curul, el sillón edilicio, la poltrona en Palacio, la pitanza vulgar y ladrona. El estómago sonó en forma de mohín truculento ante lo que otros sí se atrevieron a hacer al margen de torpezas clamorosas y aventurerismos absolutamente reprobables.

Si existiera siquiera algún mínimo de lógica, individuos -en su cuasi absoluta mayoría- que tienen más de 25 ó 30 años, discurriendo por la arena política, ya deberían estar jubilados, fuera de la escena mediática y acaso gozando de sus buenos dólares en alguna playa caribeña o en el Mediterráneo. Pero allá no son nada, acá tampoco, pero tienen múltiples casas noticiosas que les acogen y les dan portada o plataforma. ¡Increíble que mediocres al 100% pretendan constituir la llave maestra que nunca fueron y en cambio sí que son los cánceres de lo que la sociedad llama hoy establisment vulgar, sucio, esclerosado!

Acaso un poco de lógica en la política nos hubiera impulsado a escupir por las calles a los protagonistas de un estentóreo fracaso como es el sistema actual que de democrático sólo tiene el marbete. Hasta donde se sabe en democracia son las mayorías las que tienen la preferencia, pero aquí es una minoría de minorías la que manda en nombre de sus leyes, de sus armas, de sus castillos en el aire, pero son quienes gobiernan para la felicidad de sus amos de ultramar los mismos que anhelan sus TLCs, sus contratos-leyes, sus exenciones tributarias, privatizaciones y concesiones.

Es tan ilógica la política peruana, que de repente, se censura a uno que otro ministrejo, como aquellos tan mentados, Ferrero, Chiabra y Reátegui, dechados de brutalidad indigesta, pero todo seguirá igual -¡o peor!- hasta el 2006. Recuérdese que hay muchos que quieren repetir el festín de curules y otros persistir recibiendo favoritismos.

¡Definitivamente, no hay lógica en la política!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!