Político criollo, extorsionador con testimonios falsos o semi-ciertos, de voz engolada que no consigue disimular su insospechable talla intelectual, Fernando Olivera es uno de los cánceres más característicos del régimen Toledo. Poseedor de secretos fundamentales viene de España cuando quiere, gasta el dinero del pueblo a raudales y no es más que un charlatán barato, ideólogo de pacotilla, inventor de complots y sandeces por el estilo.

Lo ocurrido en el Congreso fue más de lo mismo. Las huestes de Perú Posible se atrincheraron en una comisión investigadora. En nuestro país, las comisiones sólo hacen bulto y batahola, casi nunca llegan a buen puerto pero sí colman titulares y generan entrevistas con propaganda personal de sus integrantes. La mejor forma de no conseguir una solución honesta, indiscutible, es impulsar una comisión parlamentaria.

Cuando Fernando Olivera “testimonia” en torno a un complot “contra la democracia”, hay derecho a preguntarse ¿cuál democracia? ¿La que privilegia a cenáculos, pandillas, patotas, argollas de políticos, empresarios, periodistas, burócratas, banqueros, industriales que no pagan impuestos por sus contratos-ley, privatizadores vendepatria que regalan lo que no es suyo? ¡Eso es simplemente el reino de los vivos que gobiernan para los rufianes que se roban la plata pública! ¡Nada más!

Los del FIM acusan al denominado “patriota” que hoy para ellos es un “mercenario”. Este retruca y hace lo propio. ¿No será que unos y otros tienen razón en todo lo que se dicen? ¿Y que todos tienen culpa en este sancochado tan pestilente de coimas, premios, dineros raros, etc? Da pena y lástima ver cómo los ayer chacales de un empresario televisivo hoy nieguen los recursos que el patrón suministraba.

El autismo que demuestra Olivera es a prueba de balas. Nadie le cree. Ni él se traga sus engañifas aunque ha hecho de ellas un arte de alcantarilla porque es lo único que ha dicho en sus largos años de estridente político criollo. Vulgar e incomparable bocatán de coprolalia rapidísima. ¿Cómo es que se mantiene o, mejor dicho, qué usa y sabe como para que no le echen a patadas del gobierno?

Discurrir en torno a complots que solo obran en la imaginación de cretinos y autistas como Fernando Olivera, es una majadería. En el mejor de los casos, una estupidez propia de idiotas con diploma. Ciertamente este individuo no carece de los méritos para figurar como uno de los más ilustres en esa poco envidiable categoría social.

¡No hay nada que hacer, no hay peor ciego que el no quiere ver! Este gobierno es malo, muy malo. Hasta hace parecer las trapacerías de los delincuentes fujimoristas, como bromas de niños inquietos, cuando el veredicto histórico es letal y directo contra tanto vendepatria. Pero, como en el tango, cuesta abajo la rodada.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!