Dice el ministro del TLC y Asuntos Foráneos -oficialmente de Comercio- Alfredo Ferrero, que si este gobierno no firma el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el próximo régimen afrontará serios problemas. Meses atrás dijo que era importante tratar el asunto antes que Roberto Zoellick dejara un cargo importante en la administración norteamericana. Ha poco anuncio que botaría a la basura la suma de US$ 45 mil dólares para llevar a 30 parlamentarios a hacer turismo a Cartagena. ¿Qué prisa tiene ministro Ferrero?
Ujieres oficiosos y hueleguisos del ministro del TLC y Asuntos Foráneos, dicen que Ferrero no quiere “politizar” la discusión sobre el TLC. Pero, ¡si fue él que inventó el viaje de los 30 legiferantes a Cartagena! ¡Qué desmadre! En lugar que vayan 5 ó 6, número excesivo porque en el Congreso si algo no entienden es de comercio, de salud, de política internacional, de problemas internos, ¡es decir de nada!, se fleta un carnaval de tres decenas de inopinados para que hagan turismo con dinero del pueblo.
Sin embargo hay que preguntarse ¿qué prisa tiene el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, Alfredo Ferrero? ¿O le han marcado un dead line (límite)? Si así fuere, entonces ¡ya estamos completos! Aparte de un ministro gringo y cabildero profesional de alto rango, Pedro Pablo Kuczynski, ya tenemos a otro embajador desembozado peleando por cómo mejor regalar el patrimonio nacional.
¿Puede ponerse en tela de juicio que este gobierno y su Parlamento tienen poca aceptación popular y que esto desacredita en grado sumo cualquier tratativa que lleven a cabo bajo el supuesto de los intereses populares? Creo que no. Por tanto, no está tan desencaminado lo que dijo Mauricio Mulder al propugnar que el TLC sea acometido por el próximo gobierno.
Mi impresión simple es que si este gobierno empuja con todo el desparpajo de que es notable exponente, el TLC con Estados Unidos, éste debe ser ratificado por el pueblo en un referéndum libérrimo y con una amplísima campaña de información. Es decir, todo cuanto pueda decirse en cuanto a sus ventajas y a sus múltiples desventajas enajenadoras de patrimonio y referencia cultural. Entonces, el pueblo votará sobre el tema.
Además, todos los que participaron en la supuesta “negociación” deben ser impedidos de irse del país y de representar a posteriori a empresas o consorcios vinculados al TLC. Ya ha ocurrido varias veces que ex funcionarios del Estado trabajan mercenariamente para transnacionales y son eficientísimos para defender lo que antes debían impugnar en nombre del pueblo. Total ¡dicen! el dinero todo lo compra.
Un TLC con refrendo del pueblo informado y una decisión nacional en torno a algo que compete al país entero, sí que puede ser una salida democrática. Y no la tratativa secreta y casi clandestina que han conducido los Ferrero y los de la Flor. ¡Sólo Dios sabe en nombre de qué intereses y capitales!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
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