Las revelaciones de un ex-alto jefe militar ecuatoriano sobre ventas de armas chilenas a ese país durante la guerra del Cenepa, no harían sino confirmar que Chile no fue un garante leal ni limpio del Protocolo de Río de Janeiro y que cumplió un papel avieso y similar, por torvo, como la Argentina de Menem, otro de los fallidos garantes. Pero el lema oficial de los sureños dice: Por la razón o la fuerza. Y así fue 1879, aunque algunos frágiles de memoria pretendan olvidarlo.

Un dato que puede llamar a interrogantes múltiples: el canciller chileno durante la controversia armada entre Perú y Ecuador en aquellos años, fue nada menos que el hoy aspirante a secretario general de la OEA, Jaime Insulza. ¿Coincidencia, planeamiento o pura circunstancia fortuita? ¿Tiene el Perú garantía de imparcialidad con Insulza en un cargo en la OEA? El asunto es por lo menos de discutibilísima factura.

Chile ha practicado una diplomacia directa, frontal y basada en lo que a ellos se les antoja como logros. Cuando carecían de la razón, inventaron pretextos mil. Y así fueron dilatando por larguísimos años la definición de Tacna y Arica que culminó en el Tratado del 3 de junio de 1929 que logró para Perú derechos inalienables, vigentes y aún por cumplir en Arica, hecho que ni los propios chilenos se atreven a negar.

¿Puede llamar a sorpresa el entendimiento entre Chile y Ecuador? ¡De ninguna manera! Chile ha alentado durante larguísimos años cualquier esfuerzo ecuatoriano, siempre y cuando, esto constituya el efecto cerrojo para con sus relaciones con Perú. No ha mucho, para no ir muy lejos, la entonces canciller chilena, Soledad Alvear, estuvo en Ecuador y este país no dudó en declarar que no existen problemas de límites marítimos de ninguna especie en el Pacífico. Olvidando, con torpeza evidente, que Perú tiene un fundamentado reclamo con Chile, en el que Ecuador carece, por completo y desde cualquier punto de vista, de voz o tercería.

Es más, la Escuela Militar ecuatoriana fue fundada nada menos que por Augusto Pinochet, el sanguinario ex dictador chileno, declarado enemigo del Perú y cuyos textos sobre geopolítica son una verdadera biblia para los militares del país del norte.

Llama poderosamente la atención la criminal candorosidad de los políticos, intelectuales o periodistas peruanos. No se trata de enconar reminiscencias y -para nosotros- profundamente dolorosas. Pero ¡no se puede renunciar al decoro, a la dignidad, al enaltecimiento de nuestros héroes y al cumplimiento estricto de los Tratados como el pendiente del 3 de junio de 1929!

¿Qué dirán ahora los saltimbanquis panegiristas de cuanto venga de Chile y a cuyos ciudadanos “había que agradecer” -como dijo un Cantinflas irrepetible- por invertir en el Perú? Maire, maire, cabellicos que se lleva el aire.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!