La terrible historia de la soldado Jessica Lynch convulsionó a Estados Unidos: cayó en una emboscada y luchó como una leona. Herida, fue capturada por los iraquíes que la torturaron y violaron, pero las Fuerzas Especiales la liberaron y la llevaron de nuevo a los Estados Unidos donde la aclaman como una heroína. Presentada durante una conferencia de prensa del Comando Central, con el apoyo de un vídeo, supuestamente «verdadero», esta historia, completamente inventada por un gabinete de comunicación, The Rendon Group, fue promociona en los artículos falseados de los diarios New York Times y del Washington Post. Una intoxicación para hacer creer a todos una apariencia gloriosa a una expedición neocolonial.
El «verdadero» falso vídeo del rescate militar de Jessica Lynch. Realización: The Rendon Group. Production: The Pentagon
El caso Jessica Lynch estremeció a las familias de los Estados Unidos y a la opinión pública mundial. Una joven soldado, dotada de un coraje excepcional, había caído prisionera de los secuaces de Sadam Husein, torturada y violada, antes de ser liberada por comandos de las Fuerzas Especiales.
Donald Rumsfeld y George W. Bush se emocionaron con su ejemplo, pero algún tiempo después se supo que esta historia había sido inventada por el gabinete de relaciones públicas para movilizar el ardor patriótico. Veamos por qué una historia banal se convirtió en un símbolo del heroísmo militar estadounidense, y, después, de las mentiras de la administración Bush.
Las heridas de la soldado Lynch
Cuando empezó la invasión a Irak, en marzo de 2003, las fuerzas de la Coalición, privadas de los frentes turco y saudita, emprenden masivamente un avance fulgurante hacia el Norte sobre un eje único que parte de Kuwait, separándose en dos a lo largo de Tigris y el Éufrates. Las reticencias internacionales pospusieron el inicio de las operaciones para la primavera y las tormentas de arena hicieron más difíciles la coordinación de las tropas, provocando numerosos problemas de suministros y humanos.
Los boletines del Central Command transmiten incansablemente el triunfalismo abstracto de Donald Rumsfeld, alimentado por las optimistas predicciones de su antiguo esbirro Ahmed Chalabi: los soldados iraquíes se rendirían sistemáticamente a la vista de las tropas de la Coalición, la población aclamaría por todas partes a los libertadores; además se había dado la orden de no desarmar a las tropas iraquíes, para que sus propios oficiales mantuvieran el control.
El convoy de la compañía 507 de mantenimiento en la que la soldado de primera clase Jessica Lynch, de 19 años, maneja un camión de cinco toneladas que arrastra un remolque de material, acompaña a la 3a división de infantería mecanizada en dirección a Bagdad.
Después de 48 horas de avance ininterrumpido en medio de una nube de arena que se ve por todos los rincones, el agotamiento de las tropas y del material se hace sentir con crudeza, el camión de Jessica Lynch se apaga y ella monta en el Humvee de la sargento jefe Lori Pietsewa, una joven india hopi, para que la compañía pueda seguir su camino.
Cerca de Nassiriya, alcanzan un puesto de control del ejército de los Estados Unidos que les indica una dirección diferente a la indicada por el sistema de navegación GPS del vehículo. Sin preguntarse mucho, el convoy emprende el camino que lo llevará, al amanecer, al centro de la ciudad, que dormía aún, mientras los oficiales responsables atribuyen las órdenes contradictorias a una falla del sistema de GPS.
Aturdidos por la falta de sueño, el convoy atraviesa un puente a pesar de las instrucciones que hacían del Éufrates el límite geográfico del avance. Enseguida empiezan a aparecer en las calles combatientes iraquíes. Al darse cuenta de que habían atravesado la línea del frente, el capitán da la orden de dar media vuelta y los 16 vehículos que lo componen emprenden una trabajosa maniobra en las estrechas y congestionadas calles del centro de Nassiriya.
Se cruzan con iraquíes al mando de tanques e intercambian miradas. Luego escuchan tiros a lo lejos y comprenden que las unidades de combate que habían cruzado antes están enfrentando a las fuerzas iraquíes detrás de ellos.
Tomando conciencia poco a poco de la confusión que reina en el convoy de mantenimiento que se ha separado en dos, los soldados iraquíes se vuelven cada vez más amenazadores.
La compañía, al encontrarse en una situación para la que nunca se preparó, siente cómo el terror se apodera de ella a medida que aumenta la tensión. Sienten las primeras balas a su alrededor, después una verdadera tormenta de tiros se cierne sobre el ellos. Los fedayines bloquean las calles con la ayuda de un autobús y de neumáticos para evitar la retirada. Dos soldados cuyo vehículo ha sido inmovilizado se lanzan hacia el Humvee a bordo del cual se encuentran Jessica Lynch y Pietsewa.
Aceleran enseguida, zigzagueando torpemente para intentar escapar de la emboscada, pero Pietsewa pierde el control del vehículo que se precipita contra un camión destruido. Lynch, que tiene un brazo y el fémur partido, una herida en la cabeza y un tobillo dislocado, logra salir del vehículo sin poder medir el estado de sus acompañantes y se lanza a tierra rogando.
Después de la emboscada, los soldados iraquíes la llevan con Pietsewa al hospital donde los médicos la salvarán de una muerte segura por hemorragia interna en la cadera. Pietsewa morirá como resultado de sus heridas.
El personal del hospital Sadam Husein a donde llevaron a Lynch se muestra diligente con la mujer herida; le donan su sangre y le prodigan los cuidados necesarios con las limitaciones de material disponible. Algunos empleados se muestran amistosos con la muchacha y una enfermera le canta canciones para calmarla.
Si bien es considerada como prisionera de guerra, el personal tiene gran libertad de acción. Varios días después de su llegada al hospital Sadam Husein, todos los soldados iraquíes se van de allí y el director del establecimiento ordena que se le entregue a las fuerzas estadounidenses.
Un oficial iraquí y un conductor de ambulancias intentan llevarla hasta un puesto de control de la Coalición, pero los marines, aterrorizados con la idea de que el camión que viene hacia ellos sea una trampa, abren fuego cerca de la ambulancia y por poco matan a la prisionera convaleciente.
La intervención del Rendon Group
En este relato se resume una emboscada clásica imputable a errores logísticos y al agotamiento de las tropas; manifiestamente el heroísmo holywoodense no se produjo. Sin embargo, circunstancias propicias llevaron al Pentágono a aprovechar esta ocasión inesperada para montar una operación propagandística que, con el mismo espíritu de las del hospital de Kuwait City en 1992 o los «campos de violaciones» de Kosovo, llegará al corazón de los Estados Unidos y a diversas representaciones mentales estereotipadas que llevan en sí.
Para estimular el patriotismo y ahogar las dudas nacientes en ese momento sobre lo bien fundado de la invasión, esta anécdota de guerra se toma con cuidado para una puesta en escena. Luego, se da libre curso a las especulaciones y fantasmas de los medios que terminan el trabajo sobre la psiquis colectiva; el Pentágono sólo tiene que hacer una rápida puesta en escena del filme para la televisión, Hay que salvar a la soldado Lynch y dejar escapar algunas declaraciones anónimas de sus consejeros sobre los actos de heroísmo de Lynch en medio de la acción.
Bastaba recurrir a la fibra feminista-igualitarista, al fantasma racista de la joven y pura W.A.S.P (White, Anglo Saxon and Protestant: Blanco, Anglo-Sajón y Protestante), en manos de brutales soldados iraquíes y la admiración por el heroísmo patriótico erigido al rango de valor supremo.
Para hacerlo, primero se compra a un iraquí, Mohammed Odeh al-Rehaief, cuya mujer trabaja en el hospital Sadam Husein de Nassiriya y que dijo a los oficiales de los Estados Unidos que Lynch se encontraba en el mismo. Una vez seguro de que recibirá una gran remuneración y que tanto él como su familia serán acogidos en los Estados Unidos, regresa al hospital para recoger allí el máximo de informaciones sobre el edificio y sus salidas, mientras el comando planifica el «rescate» de la soldado Lynch. En lo que respecta a comunicación, evidentemente el Pentágono recurrió a los servicios del Rendon Group.
El gabinete de relaciones públicas The Rendon Group (TRG) fue fundado en 1981 por John W. y Richard H. Rendon, y adquirió celebridad mundial movilizando la opinión pública internacional para que una coalición militar internacional liberara a Kuwait, que había sido anexada a Irak.
En esa época, asesoraba a la familia real de Kuwait por 100,000 dólares mensuales. Su eficiencia llegó hasta la puesta en escena de la liberación del país por los soldados americanos. La entrada de las tropas en Kuwait-City fue retrasada el tiempo que duró distribuir a la población banderas norteamericanas llegadas directamente por avión.
Las imágenes de alegría de la muchedumbre de Kuwait que agitaba las banderitas en torno a los tanques estadounidenses evocan las de la liberación de Europa.
El militante político, John Rendon Jr, fue responsable de la agenda de campaña de Jimmy Carter, en 1980, y uno de los principales asesores del candidato Bill Clinton, en 1992. Profesionalmente, montó una de las operaciones de propaganda más importantes de los últimos años: nosotros relatamos en estas columnas cómo fabricó el Congreso Nacional Iraquí; es necesario añadir la «venta» de la invasión de Panamá y el derrocamiento de Manuel Noriega (operación Justa Causa), la difusión en la Web «de informaciones» que justificaban la guerra de Kosovo (1999), y la diseminación de informaciones sobre el imaginario «error del milenio», etc.
No trabaja únicamente para la Casa Blanca, la CIA, el Pentágono y los gobiernos, sino también para multinacionales (trabajó en Francia para Bull y Air France a solicitud de Edith Cresson). The Rendon Group dispone de un personal permanente muy limitado [1], pero alquila los servicios de una multitud de socios en 70 países, es capaz de intoxicar a la opinión pública, particularmente gracias a una corte de periodistas corruptos.
En un documento interno que data de 1997, TRG reivindica que dispone de «topos» en grandes agencias de prensa; particularmente AFP, EFE y MENA. Durante el último conflicto iraquí, un periodista de la televisión australiana ABC, Paul Moran, fue asesinado por un kamikaze. En ese momento, se descubrió que trabajaba desde hacía diez años para John Rendon y había manipulado en especial a la ABC para difundir falsas informaciones sobre el grupo Ansar al-Islam, considerado el vínculo entre Sadam Husein y Osama Bin Laden.
John Rendon, convertido en personaje emblemático, fue llevado a la pantalla por Barry Levinson en Wag the Dog. Su personaje es encarnado por Dustin Hoffman. En este filme de ficción, realizado justo antes de la guerra de Kosovo, un presidente de los Estados Unidos desencadena una guerra en los Balcanes para desviar la atención de un escándalo sexual. Para movilizar a la opinión pública en favor de la guerra, el encargado de relaciones públicas inventa la historia de un soldado detenido por el enemigo que se logra liberar.
«Dejar que se escape» la información
En las grandes operaciones de intoxicación, para aquellos que las financian, la sutileza consiste en no confirmarlas nunca, ni desmentirlas; lo que se llama en la jerga de las operaciones psicológicas «dejar escapar» la información.
La intoxicación fue lanzada el 2 de abril de 2003, durante una conferencia de prensa del Comando Central (CENTCOM). El portavoz militar de la Coalición, el general Vincent Brooks, presenta un vídeo de la operación de liberación de la prisionera por las Fuerzas Especiales. Los periodistas presentes no se percatan de lo inverosímil del documento o se prohíben a sí mismos pensar que les están presentando algo falso.
La Associated Press informa sobre la proyección y cita a «responsables que aceptan hablar bajo el anonimato» al explicar que la prisionera salvada presentaba «por lo menos un herida de bala». En cuanto al New York Times cita a «un responsable del ejército» que explica que Lynch «había sido herida por varias balas» [2].
Inmediatamente se desarrolla la intoxicación en un artículo exclusivo de la edición nocturna del Washington Post: «Ella combatía, dispuesta a morir» [3], subtítulo: «Surgen los detalles sobre la captura y la salvación de la soldado originaria de Virginia».
Este explica de entrada que según «responsables estadounidenses», la aguerrida combatiente resistió hasta el último minuto a los asaltantes iraquíes y vació su cargador para abatir a algunos de ellos. El artículo añade una cucharada cuando explica que había seguido tirando contra el enemigo después de haber aguantado varias balas y viendo como sus compañeros caían en torno a ella. «Ella no deseaba ser capturada viva».
Después se sabe que los asaltantes la habían golpeado con los puños. Por supuesto, los autores se cuidan sutilmente cuando escriben un corto párrafo que indique un señalamiento hecho por varios responsables sobre la confiabilidad de las informaciones que provienen del «campo de batalla», de «comunicaciones interceptadas» y de «fuentes iraquíes cuya confiabilidad está por evaluar».
Más adelante, al hablar del regreso de Lynch junto a su familia, el artículo vuelve sobre el tema patriótico: «Es muy importante un período para quitar la presión antes de que regresen con su familia para asegurarles que sirvieron a la patria con honor», antes de dedicar varios párrafos al hecho de que según el testimonio de un «farmacéutico iraquí no identificado» (sic), se quejaba y lloraba regularmente, durante su cautiverio y deseaba «regresar a casa».
Además de la falta gramatical insertada para hacerlo más real («She said every time, about wanting to go home»), se nota el contraste con el inicio del artículo donde es presentada como una verdadera Amazona, armada con un fusil de asalto. Nada de esto se corroboró después, al contrario. De ese modo, se provoca tanto el orgullo feminista como la ternura general por la hija del país.
Los autores se dedican después a colocar el decorado y describir los efectos especiales desmesurados de la secuencia del «rescate». Se conoce que se trata de una operación conjunta clásica de las fuerzas estadounidenses que incluye rangers, marines, pilotos de la fuerza aérea y comandos de los Navy SEALS, apoyados por un avión AC-130 Gunship «capaz de tirar 1,800 proyectiles por minuto con su cañón de 25 mm», así como un avión de reconocimiento equipado con una cámara para filmar la operación.
Nadie se pregunta sobre la necesidad de tal despliegue de fuerza, ya que las Fuerzas Especiales sabían pertinentemente que en la zona no había fuerzas del ejército irakí [4]. Hasta ese punto, incluyendo las declaraciones del General Vincent Brooks en la conferencia de prensa del CENTCOM, se «deja caer» la idea de que las tropas iraquíes estaban presentes en la zona: «Hicieron algunos disparos cuando llegaron y cuando dejaron la zona».
Finalmente, para que no falte nada en el programa, los autores añaden que, según un oficial también anónimo, «las Fuerzas de Operaciones Especiales encontraron lo que parecía un “prototipo” de cámara de tortura iraquí en el sótano del hospital, con baterías y electrodos».
Este artículo del diario Washington Post servirá de fuente original y será ampliamente retomado en el mundo entero, al igual que las secuencias del vídeo del salvamento difundidas por el Pentágono, es decir sin ninguna verificación [5].
La imaginación de cada cual puede entonces desarrollarse para inventar nuevos detalles más emocionantes y ejemplares que harán también historia. Por su parte, la agencia de noticias AFP retomará las afirmaciones del Washington Post, cuidándose de citar la fuente, y, más trivialmente, reportará que cuando Bush conoce la noticia del «rescate» de Lynch el 1o de abril, exclama «¡Magnífico!», antes de expresar su preocupación por los demás prisioneros de guerra [6]. El New York Daily News expresa que sus múltiples fracturas demuestran que fue torturada (sic).
El Rendon Group había dejado la cuestión de la agresión sexual en suspenso, con el fin de que la imaginación del público tomara el relevo. Ese último punto debía encontrar su concretización por escrito en una obra titulada I am a Soldier, Too: The Jessica Lynch Story, firmado por Rick Bragg, en el que explica que Jessica Lynch había sido brutalmente violada como resultado de su captura, pero no se acordaba a causa del choc traumático que a veces provoca una amnesia parcial, apoyándose para eso en «informes de inteligencia» y en «un diagnóstico médico» que contradice todos los demás testimonios e investigaciones.
El libro, que se publicó el 11 de noviembre de 2003, jornada de conmemoración nacional por los veteranos de guerra, y por el que Bragg pagó un millón de dólares a la familia de Lynch para tener libertad sobre su contenido, encontrará gran eco en la prensa general y sensacionalista [7].
Una ilusión muy necesaria
Para realizar esa magnífica operación, The Rendon Group recurrió a periodistas famosos. A Jayson Blair del New York Times se le agradeció por lo que hizo. Este asunto permitió descubrir que falseaba sus artículos desde siempre, interrogando testigos imaginarios para obtener palabras de choque.
Evidentemente, TRG conocía los métodos periodísticos de Blair, mientras sus colegas los ignoraban, lo que dice mucho de la vigilancia de los periodistas por los servicios de inteligencia o la colaboración entre estos. Luego, The Rendon Group recurrió al reportero del Washington Post responsable del espacio CIA, Vernon Loeb.
Hasta hoy no ha sido sancionado, probablemente porque sus colegas no creyeron nunca que hubiera sido un «antiguo» agente de los servicios secretos y por consiguiente no se sorprendieron de sus actuaciones. Finalmente, el resto de la prensa se hundió en la intoxicación con la rapidez que provoca el no querer quedarse atrás de sus competidores. La máquina se embaló gracias al carácter carneril de la profesión.
Sin embargo, el éxito de esta fábula se basa ante todo en un resorte psicológico. Se difundió en el momento en que la opinión pública de Estados Unidos comienza a darse cuenta de que el ataque a Irak no es una guerra de liberación, sino una invasión. Las proezas imaginarias de Jessica Lynch dan un aliento de gloria y heroísmo a lo que no es más que una operación colonial.
Desean creer que esta guerra es noble y que «los Estados Unidos» son generosos. The Rendon Group ofrece ese sueño.
[1] En los primeros años, The Rendon Group emplea a John W. Rendon Jr (presidente), Richard H. Rendon (vicepresidente), Sandra L. Libby (directora financiera), Derek Beckwith, Patricia Borsari, John Carley (jefe de operaciones), Anne P. Danehy (directora de sondeos), Fred M. Glickman (director de operaciones internacionales), Michael Otis, David Peterson (productor de vídeo), Douglas Wicks (realizador de vídeo).
[2] «Rescue in Iraq and ’Big Stir’ in West Virginia», por Douglas Jehl y Jayson Blair, The New York Times, 3 de abril de 2003.
[3] «’She Was Fighting to the Death’», por Susan Schmidt y Vernon Loeb, Washington Post, 2 de abril de 2003.
[4] «The Real ’saving of private lynch’», Toronto Star, 4 de mayo de 2003.
[5] Una investigación efectuada por Nexis el 7 de abril de 2003 en las principales publicaciones mundiales sobre las dos semanas siguientes a la captura de Lynch obtiene 652 referencias al nombre de «Jessica Lynch», cuando el nombre del asistente del secretario de Defensa «Paul Wolfowitz» obtuvo 331.
[6] «Jessica Lynch s’était défendue en tirant avant sa capture», (Jessica Lynch sehabía defendido disparando antes de su captura) agencia de noticias francesa AFP, International, 3 de abril de 2003, y «Bush welcomes POW rescue, worries about others», AFP World News, 2 de abril de 2003.
[7] «Fiends raped Jessica», por Paul D. Colford y Corky Siemaszko, New York Daily News, 6 de noviembre de 2003.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter