Se han cumplido 25 años de la invasión que miles de cubanos hicieron en la embajada peruana en la capital isleña. Cuarto de siglo de un suceso que envenenó las relaciones entre Perú y Cuba; que demostró la torpeza institucional que reinaba entonces en Torre Tagle y la habilidad oportunista de que hizo gala Fidel Castro ante un intríngulis bastante espinoso. En ¡Alerta Roja!: fugitivos en La Habana, el embajador activo e historiador escrupuloso Félix C. Calderón, en el sugestivo y sugerente libro que ha dedicado al tema, revela facetas desconocidas y panoramas inverosímiles del hasta hoy poco estudiado capítulo.

El ensayo -que tiene más de 200 páginas- ¡Alerta Roja!, analiza detalles de las comunicaciones cursadas entre los representantes diplomáticos peruanos en La Habana y su central de Torre Tagle en Lima. Hay no pocas sorpresas, faltas flagrantes de criterio en uno y otro lado y las consecuencias de aquellos días constituyeron hitos en la historia diplomática latinoamericana. Calderón, como testimonio de parte, porque él es parte de la Cancillería, produce una exégesis severa, fría como sobria en la exposición puntual de la minucia o del yerro monumental y entrega al público un trabajo sobre el que no se ha comentado nada en la prensa.

Y esto merece un comentario aparte.

Entregué y llevé personalmente, a las principales redacciones de diarios, radios y canales de televisión el libro impreso ¡Alerta Roja!. Con destinatarios con nombre y apellido, con sello de cargo e indubitables pruebas de que fue recibido, no obtuvo, salvo Radio Programas del Perú que entrevistó personalmente al embajador Félix C. Calderón, y una mención de relansina en el programa En la boca del lobo de César Hildebrandt, mayor eco ni reverberación. La “respetable” prensa peruana pretendió ignorar lo que hace 25 años fue una guerra -y de las más violentas- entre Perú y Cuba por un asunto de lo más delicado y vulnerable. ¡Libertad de prensa: cuántos crímenes se cometen en tu nombre!

No ha mucho, una abogada inteligente y metida a periodista, de las más agudas, me comentó que el tema de ¡Alerta Roja! no era “de coyuntura”. ¿Será acaso la efemérides de 25 años, el gancho que rescate al libro de un olvido injusto, inmerecido y anti-histórico? ¿Hasta cuándo van a ser los debilísimos jalones pseudo-noticiosos, los acápites sobre los que ha de discurrir una prensa mediocre, auto-limitada, proclive a la comedia que malos actores e inmorales políticos proclaman como sus avenidas de transmisión o expiación de pecados anti-pueblo y contra la historia?

¡Alerta Roja! Fugitivos en La Habana contiene, pues, un relato pormenorizado en fechas, circunstancias reales y hasta psicológicas de los actores diplomáticos y populares de aquella invasión que hasta pareció haber sido alentada por el régimen de Fidel Castro quien, al final, y merced a un habiloso gambito verbal de un representante peruano entonces, cedió y puso punto final al entrampamiento que desnudó la infeliz acción diplomática peruana cuyos fautores principales ya han pasado o al olvido o a mejor vida.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!