Para este jueves y viernes, la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos ha programado un ciclo de conferencias en torno a la Convención del Mar. Lo curioso de este asunto es que los ponentes son todos fanáticos de la adhesión del Perú al tratado internacional. La pregunta es muy simple: ¿por causa de qué no hay un solo expositor de la tesis contraria como, por ejemplo, Alfonso Benavides Correa o Víctor Mejía? O ¿pretenden escucharse a sí mismos los defensores del recorte del Mar de Grau?

El embuste monumental que la Convención del Mar servía para la delimitación marítima con Chile quedó pulverizado a través de varias entregas periodísticas durante el 2004, que nos cupo hacer contribuyendo a las sesudas y polémicas posturas esgrimidas por Alfonso Benavides Correa. Ni las de él, y -con más modestia- las mías, fueron rebatidas ¡ni una sola vez! por los “genios, especialistas, estrategas” devotos de la Convemar. ¿Qué pasó?

Con los meses los convemaristas han bajado el tono porque saben perfectamente que el pretexto de Chile y las fronteras marítimas había sido desmenuzado de forma categórica. ¿Por causa de qué tenían que mentir de manera tan flagrante? ¿O no confían en sus propios argumentos? Hoy callan en todos los idiomas. Si hay algo cierto es que el estofado huele mal, muy mal.

El presidente del Congreso, Antero Flores Aráoz, dijo hace pocos días que el Parlamento no se “chuparía” el tema de la Convención del Mar hasta que el Ejecutivo no explicara a la población los reales beneficios que este tratado internacional trae al Perú. Es decir, reconoció que hay un conocimiento insuficiente de un tema que los convemaristas están desesperados por aprobar a como dé lugar.

La Convención del Mar establece 12 millas de mar territorial para los Estados adherentes, pero nuestra Constitución en su artículo 54, precisa que son 200 las millas de mar territorial sobre las que hay soberanía y jurisdicción. Es evidente que hay dos textos distintos y antinómicos. Por tanto, hay que debatir la inconstitucionalidad de adherirse a un tratado que propone algo disímil a lo que dice la Carta Magna. ¡Así de simple!

Muy bien. Si el pueblo es la fuente de la soberanía, hay que consultar, vía referéndum, al pueblo si está de acuerdo en que un tratado internacional, la Convención del Mar, recorte 188 millas de mar territorial sobre las que Perú ejerce soberanía y jurisdicción. Entonces, en calles y plazas, veremos a los vendepatria dispuestos a regalar el Mar de Grau y a quienes postulan el respeto a las leyes y a la tradición mantenida en las Cartas Magnas de 1979 y 1993.

¿Cómo puede la Universidad San Marcos, darse el lujo de convocar a exposiciones sobre la Convención del Mar, invitando sólo a sus gonfaloneros? ¿No sabe que las carreras de un solo caballo, tienen a un vencedor pírrico ineluctable? A los que hay que convencer que no hay traición a la patria, yugulando el Mar de Grau, es al pueblo. ¡Vamos a ver si se atreven! Hasta hoy no han podido porque el pueblo es más sabio que todos los sabios y conoce cómo actúan los quintacolumnas y esquiroles.

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!