Lo que Dios no da, Salamanca no lo presta. Hay imbéciles a quienes su tara les viene de forma congénita. ¡No se esfuerzan en serlo y mucho menos en parecerlo! Es el caso, increíble, sumiso, ramplón y vasallo del ministro de Agricultura, Manuel Manrique. Para este individuo, el TLC, tratado de libre comercio, con Estados Unidos, nos hará “despegar de la pobreza”. ¿Hay lógica en sus expresiones? ¡Por supuesto que la hay y concordancia proditora con las voces de otros funcionarios del gobierno toledista!

¿Qué se ha estado negociando con Estados Unidos si desde el comienzo mismo el presidente anunció que este tratado se aprobaba “sí o sí”? Para cualquier observador, hasta para el de más mínimo cociente intelectual, ello equivalía a una entrega sin condiciones, a una rendición con los pantalones abajo. Cuando el ministro del TLC y Asuntos Foráneos, oficialmente de Comercio, Alfredo Ferrero, se llamaba a sí mismo “negociador”, la pregunta era: ¿qué negocia este individuo si todo ya está cocinado al más alto nivel?

Además, su segundo, compinche y adláter, tildado “jefe” del equipo “negociador” Pablo de la Flor, ha cumplido vergonzantes papelones siempre diciendo lo contrario de lo que expresaban otras delegaciones. Ha poco, el ministro colombiano Botero, dijo que las reuniones de Lima habían sido casi insignificantes y de la Flor se sintió en el deber de afirmar lo inverso. ¡Total -piensa este bien alquilado burócrata- hay que sentar la presencia peruana!

En el curso de los últimos meses, no pocas veces, Perú ha quedado solo sin la compañía de Ecuador o de Colombia. Nuestros planteamientos, a veces han sido, mucho más concesivos y simpáticos para con Estados Unidos que los expresados por los otros dos países. ¡Perú fue más papista que el papa!

¿Qué puede defender, en cualquier clase de negociación, Alfredo Ferrero? Días atrás cuando el vídeo ofensivo de LAN contra Perú, ¿no fue Ferrero el que pidió “no politizar” el tema? ¿Es ésta la clase de sinverguenzas y caraduras que negocian el patrimonio peruano? ¡Con razón los gringos están de plácemes! ¡Con esta calaña de funcionarios, ya no necesitamos los clásicos traidores que camuflaban identidades y codificaban nombres! ¡Aquí los tenemos en la nómina de pagos que sufraga el pueblo peruano! ¿Los gatos -de uñas largas- de despenseros?

Con mucho menor vuelo, integrante episódico del gabinete, fautor de una frase que le incorpora a la galería nacional de la infamia por su amor al TLC, Manuel Manrique, pertenece a la cáfila de elementos que no entienden que la defensa del país no pasa por engrilletarse al mejor postor sino por una altiva, insobornable y furibunda -como digna- expresión por el Perú y su causa. Alguien me dijo alguna vez: el tema del TLC es cómo se negocia. Pero aquí no hemos negociado nada, estamos aceptando todo y del modo en que nos dictan desde Estados Unidos. ¡Y eso compromete el destino de 26 millones de habitantes!

Las ofensas a la dignidad nacional no pueden ser minimizadas por quienes son pagados por las transnacionales o los grupos testaferros de poder local. Ellos responden a sus patrones porque nada les apetece más que repartir lo poco que queda del Perú. Pero hay algo que no pueden comprar masivamente: ¡el espíritu indomeñable de las conciencias libres que, como los árboles, mueren de pie!

¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!