El silencio es preocupante. Sin movilizar las mayorías nacionales no se puede dar sorpresas. Aunque se reconoce que las campañas y el marketing ahora en lo fundamental es de opinión pública, no sobra recordar que de no ser por una intensa agenda ciudadana, que devele los monopolios y el control sobre la información, toda iniciativa que no sea oficial quedará atrapada entre los cables de los intereses privados, ligados por lo general al Gobierno de turno.

Por eso, el propósito de toda campaña es colocar al presidente – candidato en el tinglado elegido, para poderlo confrontar, arrinconar y develar en sus manipulaciones, controles e intereses. Y así ser noticia, transformándose en referente, en opción de gobierno. Y hasta ahora eso no sucede en Colombia. Sin vergüenza alguna, con sorna, el aspirante a ser reelegido esquiva todas las confrontaciones, eligiendo algunas menores como debate, a saber, aquellas que son de poca monta y él calcula que terminaran perjudicando a sus contrincantes en el campo de la moral y de la familia. Es el caso del consumo de la dosis personal.

Mientras esto sucede, él lleva la campaña al campo de los “buenos” y los “malos”, la autoridad o el comunismo, la “seguridad” o el “terrorismo”. Temas como la guerra y la paz; la unidad nacional o la ruptura territorial; soberanía o dependencia de los Estados Unidos; TLC o integración latinoamericana, y otros cuantos temas más, quedan al margen de la elección presidencial. Todo tiempo que pasa sin que esta realidad se trastoque le favorece.

América Latina, la ruta del cambio

Mientras esto sucede en Colombia, en América Latina o al menos en América del Sur, el magnetismo de la brújula apunta hacia la izquierda. Identidad, soberanía, integración, justicia, reversión de privatizaciones, nuevo modelo económico, y otros temas, animan a los más pobres para apoyar las campañas y los gobiernos que proponen un nuevo tipo de régimen.

Por ejemplo en Perú (que también tiene elecciones el 28 de mayo), el candidato que ofrece un cambio real, se alinea con parte sustancial del proyecto bolivariano. En Bolivia, el nuevo gobierno lidera iniciativas que a esta altura del neoliberalismo parecen cambios colosales. Pero en Colombia, ningún candidato se enfoca en América Latina ni discurre verbalmente sobre Venezuela, Cuba o Bolivia, e inclusive las mismas medidas que toma el gobierno argentino, creando nuevas empresas estatales con participación obrera. Pareciera que acercarse a la izquierda produjera piquiña.

De esta manera, lo que sería un elemento importante de campaña, al ocultarse, nos deja como una isla. Un país que llevado de la mano por la alianza con los Estados Unidos se alista para ser cabeza de playa de los intereses del Norte, y que de la mano del cambio –si lo hubiera– no parece que se aprestara a romper ni la alianza ni el destino.

Pensará el elector pasivo: entonces, ¿para dónde vamos? Observemos a continuación los escenarios a los cuales nos enfrentamos los colombianos, de acuerdo con el resultado final de la actual coyuntura.

Si gana Uribe en la primera vuelta

 Concentra el poder político, económico, legislativo, judicial.
 Refuerza su estrategia de represión social
 Aprueba TLC con los EE.UU., sin grandes debates en el Congreso
 Se profundiza y extiende Plan Colombia en el sur del país
 Las relaciones con Venezuela se deterioran
 El desplazamiento se agudiza
 Se condonan las masacres y conjunto de crímenes de los paramilitares, sin justicia ni paz.
 Institucionalización del paramilitarismo
 Aprueba sin reparos sociales nueva reforma tributaria
 Se conserva persecución selectiva a la oposición, Se criminaliza aún más la resistencia de los movimientos sociales.

Si gana Uribe en la segunda vuelta

 Concentra el poder político, económico, legislativo, judicial
 Aprueba TLC con debates en el Congreso
 Las relaciones con Venezuela se deterioran
 El desplazamiento se agudiza
 Ofrece y logra cogobierno con restos sobrevivientes del partido liberal
 Son extraditados a los EE.UU. algunos de los voceros paramilitares
 Luego de dos años de gobierno amplias movilizaciones sociales cuestionan el Gobierno y demandan destitución del Presidente.
 Se extiende y profundiza Plan Colombia en el sur, pero el descontento dentro de las filas militares produce crisis dentro de esa rama del Estado.
 Se conserva persecución selectiva a la oposición, Se criminaliza aún más la resistencia de los movimientos sociales.
 Sectores del liberalismo y del Polo Democrático aceptan acuerdo de «unidad nacional»

Si el liberalismo o el Polo Democrático ganan en la primera o segunda vuelta

 Se rompe el miedo que reina en el país.
 El TLC entra a consulta ciudadana.
 Resurge aire de participación y debate social.
 Se agudizan atentados de los paramilitares y de las alas más recalcitrantes del establecimiento contra los líderes sociales.
 Se dilata nueva reforma tributaria.
 Se lleva a cabo intercambio humanitario y se abre nueva fase de negociación política para el conflicto armado.
 El tema del modelo económico gana a la opinión pública.
 Se agudizan contradicciones dentro del uribismo, generando el asesinato de varios de sus más connotados dirigentes en las regiones.
 Los movimientos sociales ganan espacio para su expresión. Se controla su criminalización.

Si el Polo Democrático Alternativo es cabeza de campaña para la segunda vuelta

 Se desmorona el liberalismo oficialista, parte de sus restantes fuerzas pasan a las filas del uribismo.
 Se multiplican atentados para intimidar la campaña.
 El movimiento social multiplica sus iniciativas y renacen con fuerza liderazgos locales.
 Se neutraliza la posibilidad de acuerdos entre sectores del Polo Democrático y el oficialismo gobernante.

Si el liberalismo es cabeza de campaña para la segunda vuelta

 Se concreta alianza de la oposición contra el uribismo.
 Se impide el desmoronamiento del liberalismo oficialista, retomando fuerza en las regiones.
 Se multiplican las denuncias sobre crímenes desde el poder.