Con la luz de nuevo día, la noticia continuó invariable, nada se añadió a las primeras informaciones. Lo que sí abundó fue el dolor, la conmoción y la perturbación del gobierno que preside Rafael Correa y de millones de ecuatorianos, ante tan irreparable y temprana partida de la primera mujer en el país que ocupó el cargo de Ministra de Defensa.

Junto con estos sentimientos, crecieron también, como es natural en este tipo de casos, mil y una preguntas, inquietudes y conjeturas. El presidente Correa, que acudió inmediatamente de conocer la noticia a la provincia de Manabí, anunció que se realizarán exhaustivas investigaciones, para lo cual solicitó la presencia de personal especializado de Francia y Chile y a la vez llamó a evitar las especulaciones.

Pese a la prudencia del Presidente y a la insistencia en los medios de comunicación de que se trata de un accidente, es inevitable que en la calle, en la conversación que realiza el pueblo, corra la voz de que la Ministra fue victima de un atentado. ¿Las razones? Pues sencillamente se comenta que el gobierno, y particularmente la Ministra, de larga trayectoria izquierdista, no son del agrado del gobierno norteamericano y de los sectores derechistas y entreguistas que están opuestos a la salida de las tropas norteamericanas de la Base de Manta y que coinciden en obstaculizar toda posibilidad de cambios, que signifiquen soberanía, democracia y bienestar para el pueblo.

Seguramente se dirá que es una conjetura a priori, y posiblemente lo es y lo será hasta que las investigaciones digan lo contrario. Estas suspicacias populares tienen asidero en una serie de “accidentes” de aviación que jamás fueron investigados suficientemente y dejaron fuertes y constantes dudas sobre sus causas y que cobraron la vida de importantes personalidades políticas y militares, entre ellas la del Presidente Jaime Roldós Aguilera, quien junto a su esposa Martha Bucarám y miembros del Alto Mando Militar, murieron en un extraño y nunca esclarecido “accidente” de aviación cuando se dirigían hacia la ciudad de Loja, el 24 de mayo de 1981; otros casos de relevancia quedaron en la misma situación. Por ello, León Roldós, hermano de Jaime y ex –candidato presidencial señaló que “el país no debe esperar solo una explicación, como sucedió en el caso de su hermano, sino que debe exigirse una profunda investigación, sin descartar ninguna hipótesis”.

Hay por tanto, en este tipo de hechos, una base muy fuerte para estas conjeturas, dudas y suspicacias, que se han vuelto a rememorar con la muerte de Guadalupe Larriva, y que ineludiblemente tienen una connotación política.

Muchas interrogantes se desarrollan frente a este fatal hecho, varios comunicadores, lideres políticos y sociales preguntan: ¿Cómo es posible que un hecho de esta naturaleza (el choque de dos helicópteros y la muerte de la Ministra) se produzca a escasos minutos y distancia de la base militar norteamericana mejor equipada de América Latina?, señaló Víctor Granda, dirigente del Partido Socialista, a la vez que demandó del gobierno una rigurosa investigación con veeduría de la ciudadanía y de su partido. Otras preguntas dicen: ¿por qué la Ministra y su hija fueron transportadas en esas naves cuando hay prohibiciones expresas para que vuelen en la noche, además de que el aeropuerto a donde se dirigían esta a escasos diez minutos de donde partieron los helicópteros? ¿Por qué se permitió, o peor aún, se invitó a la Ministra a abordar esas naves, cuando se sabe que está prohibido hacerlo al personal civil? ¿Quiénes son los responsables de esto? ¿Por qué no estuvo acompañada de su edecán, cuando al parecer en uno de ellos había el espacio para que la acompañe?

La repetición insistente de que fue “accidente” busca forzar y forjar una opinión concluyente que no la acepta nadie y que el gobierno tiene el compromiso de vigilar hasta que las investigaciones den con las causas y responsables y no solo una explicación de este suceso.

La muerte de Guadalupe Larriva es un duro golpe para el gobierno inaugurado el 15 de enero, ella fue una de siete mujeres nombradas ministras, con la particularidad de que por primera vez en estas últimas décadas, un civil y más aún una mujer ocupaba el cargo de Ministra de Defensa.

Guadalupe Larriva fue maestra universitaria y secundaria, geógrafa e historiadora, una mujer con una sostenida trayectoria en la izquierda ecuatoriana, militante del Partido Socialista, nunca renegó de su filiación y militancia, es más, ella misma se autodenominaba como una militante de la izquierda radical. Fue Presidenta del Partido Socialista, Candidata a Alcalde de la ciudad de Cuenca; en el año 2002 alcanzó la diputación por la provincia del Azuay en unidad con el Movimiento Popular Democrático, fue Presidenta de la Unión Nacional de Educadores de la Provincia del Azuay.

Al posesionarse como Ministra señaló que llegaba con un plan para que la fuerzas armadas cumpla un rol importante en el desarrollo del país, en la defensa de la soberanía, en la vinculación y compromiso de estas con el desarrollo del país y bienestar del pueblo, estableciendo la necesidad de que exista más recursos del Estado para mejorar las condiciones de vida de los militares, principalmente de la tropa, entre otros aspectos; sostuvo la necesidad de revisar el “Libro Blanco de las Fuerzas Armadas”, rechazar las fumigaciones ordenadas por el gobierno de Uribe Vélez en nuestra frontera norte y fue enfática en negar que nuestros soldados intervengan en el Plan Colombia.

Al momento de su deceso cumplía la Ministra cumplía con un recorrido por distintos destacamentos militares con el propósito de conocer de manera directa la situación y el trabajo de las fuerzas armadas.

Pese a caldeado ambiente político que se vive en el país, la mayoría del pueblo coincide en que este hecho no puede quedar sin una profunda investigación que de como resultado las verdaderas causas de tan lamentable suceso.