Tal explosión publicitaria ha sido provocada por la desclasificación de documentos bajo la irónica denominación de Las Joyas de la CIA, con revelaciones sobre su gestión en el período 1953-1973, que, no por esperadas, dejan de promover, más allá de viejos recuerdos, la confirmación de que la Agencia mantiene intactos sus objetivos originales.

Surgida en septiembre de 1947 -cumplirá ahora 60 años- como parte de las medidas adoptadas por EE.UU. para enfrentar las nuevas realidades surgidas en la compleja Europa de posguerra.

Los tiempos de entonces acá han cambiado, y la Agencia quiere hacer creer, con esta operación de marketing, que ella también.

Ella ha sido y será fiel ejecutora de la política exterior de los grupos dominantes en ese país, para lo cual la convirtieron en un ejército invisible, presente en cualquier nación del planeta.

Tiene dos caras. En una se presenta como un conjunto de oficinas donde los especialistas leen toneladas de informes y realizan su labor de "inteligencia".

Esa es, indudablemente, parte de su labor, pero hay otra CIA, cuidadosamente escamoteada a la mirada del norteamericano común y de la opinión pública internacional.

Con esa "cara oculta " ejecutó su primera gran misión en Italia en 1947, bajo el nombre de Operación Gladio (espada en latín). Allí reclutaron a unas 15 mil personas, escondieron arsenales por todo el país para atacar objetivos vitales y sabotear al gobierno italiano, si se atrevía a votar en contra de los intereses de Washington.

Ejércitos similares fueron organizados en Francia, Países Bajos y Alemania occidental, en este último con el empleo de antiguos oficiales hitlerianos.

En su fundación intervinieron especialistas nazis pertenecientes a la Organización Gehlen, bajo el mando del general Reinhard Gehlen, la cual durante años fue la más importante fuente de información de inteligencia sobre Europa del Este.

La CIA simplemente derriba gobiernos que no le gustan a la Casa Blanca, soborna políticos y compra partidos, y cuando esto no funciona, los elimina junto a sus líderes. El expediente sobre el presidente cubano Fidel Castro registra 638 intentos de asesinatos. Todo un récord.

En seis decenios su historial subversivo se ha enriquecido constantemente. Batista en Cuba, Pinochet en Chile, Mobutu en Zaire, Marcos en Filipinas, Trujillo en República Dominicana y Pier Botha en Sudáfrica, son solo algunos de los muchos beneficiados por los servicios brindados desde Langley, Virginia.

Hay abundantes evidencias de que ese apoyo no fue solamente en materia de inteligencia, sino asesoraba directamente en la represión de los opositores.

Prueba al canto. El 29 de octubre de 1973, apenas mes y medio después del golpe de estado fascista en Chile, el general chileno Lagos consultaba a la CIA en los siguientes términos: " Hay dos corrientes en el Ejército en relación a como tratar a los extremistas. Los de la línea dura creen que los extremistas o activistas marxistas deben ser ejecutados sumariamente, mientras que los de línea blanda estiman que deben ser juzgados primero, sentenciados y hasta hacer intentos de reeducarlos."

No resulta difícil saber, a juzgar por los resultados, cual fue la recomendación emanada del alto mando consultado de la Agencia.

La CIA cuenta con un Manual de Interrogatorios llamado en clave HUBARAK. En el documento se describe con lujo de detalles cómo conducir a una persona a los más altos grados de la agonía física y mental. Resulta un recetario en el cual se clasifica a las personas como si fueran animales, con tormentos específicos para cada tipo de ser humano.

¿Será esta lindeza de la democracia la empleada en Abu Grahib, las cárceles secretas regadas por Europa o en la ilegal base naval de
Guantánamo?

Quizás lo sepamos cuando dentro de 30 años vuelvan a desempolvar "nuevas joyas".

Por todo ello y mucho más, que el espacio obliga a omitir, resulta magistral el término empleado por Fidel Castro cuando en días recientes calificó a la Agencia como una Maquina de Matar.

Agencia Cubana de Noticias