Dicen abogados de ambos equipos, tanto aquellos que impugnan la constitucionalidad del Tratado de Libre Comercio firmado entre el Ejecutivo y Chile, como los que defienden la procedencia y legalidad del asunto, que tienen argumentos sólidos para refutarse entre ellos. ¿Cuánto de esa discusión aborda el meollo del tema, el fondo del asunto, la verdad de la milanesa? El Perú es hechura de abogados y curas y es lo que es por su gracia, obra, torpeza, pusilanimidad y mediocridad. Reducir la evidente devaluación de las castas políticas so pretexto de una polémica jurídica no es sino institucionalizar cómo los muertos se colocan la etiqueta de cadáveres. ¿No se dan cuenta los actuales precarísimos inquilinos del Establo de Plaza Bolívar cómo su menos que microscópica dignidad está a punto de ser aniquilada?

Si en esta discusión inane se “lograra demostrar” que es viable que el Ejecutivo del Perú contrate, zurrándose en el Congreso que no opina ni dice nada porque le han escamoteado sin que se diera cuenta, el tema, directamente con Chile, cuyas dos cámaras legislativas, Diputados, primero y Senadores, segundo, dieron su aquiescencia porque es un asunto que les conviene, se demostraría lo que es casi un apotegma político en este país y en muchos otros: que los Congresos no sirven inútiles, no representan a nadie y son sólo un hueco mensual y forado por el que se desperdician miles de millones de soles en personal improductivo para la nación. Así como están no se los toma en cuenta, si se lo cerrara tampoco habría gran conmoción sensible de cualquier especie. La pregunta simplísima del lector es: si en el país del sur, los legiferantes dieron su opinión, ¿por causa de qué aquí no se hace lo mismo?

La verdad es que si triunfara la postura que empuja la administración García, se estaría asesinando jurídicamente al Congreso pues la única conclusión posible es que éste no debe opinar a veces. ¡Precisamente la razón de ser de cualquier Legislativo es opinar y dar leyes, impedir desmanes y desbordes que la Constitución prevé para cualquiera de los poderes! Pero en un país de ciegos, cualquier pandilla de abogados tuertos, impone toneladas de folios y leyes, esos adefesios que han consagrado todas las ilegalidades en que se asienta la historia patria, para dar carta de vida al mundo a la inversa. Y hasta pareciera que los congresistas gozan cuando ven discutir cómo los ultiman: con guillotina, pelotón de fusilamiento o por una resolución. Y sonríen cual doctos retrasados mentales.

Si hay una cámara política ¡ésta es el Congreso! ¡Y allí se discuten los tratados, como éste que es uno de libre comercio, y a través del cual hay reformas que incluyen aspectos tributarios, financieros y comerciales que la Constitución prevé como de obligatorio tratamiento a la cámara política por excelencia! Si eso no ocurre así hay claras violaciones que repugnan mucho más si quienes debieran protestar, celebran sus pompas fúnebres, casi sin darse cuenta por ignorancia y mediocridad rayana en la locura.

¿Qué hacen los partidos? Casi no existen. Son más bien clubes electorales que se agitan si se trata de proveer elementos para el saqueo del Estado y la continuación, de bisabuelos a bisnietos, de la tradicional exacción que hace la burocracia apisonando el robo legal de las diversas administraciones políticas. En eso no hay diferencia: la burla, mofa y sacada de vuelta, no reconoce banderías, todos son hermanos si el objetivo es vivir bien a costa del impuesto que paga el resto de peruanos. Ojo: y hay otros que disfutan de muelle diversión sin trabajar y tampoco honran tributos de ninguna especie, verbi gracia: la Iglesia Católica en virtud de un tratado internacional, hecho en 1979, entre gallos y medianoche, el Concordato, y que ¡ni un Congreso ha discutido jamás. Y mucho menos ratificado con el Estado Vaticano!

Mientras que en nuestros pagos persista la estulticia de judicializar las discusiones políticas y que éstas muestren la desverguenza de su falta de contenido, persistiremos en esta lenta putrefacción disfrazada de progreso económico en que los mismos de siempre heredan a sus hijitos los imperios construidos sobre el robo y la estafa. Y encima la complicidad sucia de los “diarios nacionales” alberga en sus páginas publirreportajes a todo trapo de esos caraduras.

El divorcio entre esas leyes, discusiones idiotas de abogados de saco y mentira por credo, y el país real, es más que evidente. ¿Hasta cuándo la aparente calma chicha de masas eunucas? Eso es muy engañoso y quien crea, como las castas, que tienen el piso asegurado, se equivocan. ¡Y de qué manera!

TLC con Chile: ¿discusión jurídica o claudicación total de castas políticas?

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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