¡Apuesto doble contra sencillo que en las próximas horas el voto dirimente del doctor Hugo Sivina decidirá que no procede la Tacha interpuesta por el valiente y muy solitario jurista Guillermo Olivera Díaz, contra el candidato a la alcaldía de Lima, Alexander Kouri! ¿Cómo así tiene que dirimir aquél? Esto es parte de una historia plena en irregularidades, oscurantismos, complicidades, ausencias subitáneas y parte ¡por supuesto! de la normalidad peruana. Leamos.

La vista de la tacha a Kouri se reprogramó para ayer jueves a las 9.15 de la mañana. Ante un auditorio lleno y preñado de curiosidad democrática y apenas 4 sillas de las 5 que normalmente hay y que corresponden a los integrantes del JNE, arrancó la sesión que desde su mismísima génesis presentaba la deserción inexplicable del miembro Pereyra Rivarola.

¿Qué hizo desaparecer, frente a la altísima e ineludible responsabilidad de ser parte de la entidad comisionada para analizar la tacha a Kouri, al señor Pereyra Rivarola? ¿Está mal de salud? ¿salió súbitamente de viaje? ¿sufrió un ataque de pánico ante el intríngulis gravísimo que está manchando el proceso municipal? ¿le premunieron de millones de razones justificatorias o encantadoras para no asistir? ¿para qué le paga el pueblo? ¿para correrse cuando su trabajo, único, dedicado, exclusivo, es estar dónde las papas queman y chamuscarse, si es posible, en cumplimiento del deber? La conveniente, matemática, pusilánime y coincidente deserción de este caballero tiene todos los ribetes de una fuga escandalosa y debería generar una investigación estricta y fusiladora de desmanes en caso se los compruebe fehacientemente. Y, de repente no es tan difícil, el asunto. La normalidad en Perú camina por las avenidas fáciles de la subasta de conciencias.

Disminuido el JNE a sólo cuatro integrantes: Montoya Alberti, Minaya Calle, Sivina Hurtado y Velarde Urdanivia es de notarse que el público comprobó al ingresar al recinto que la butaca que debió corresponder a Pereyra Rivarola ¡no estaba! En buen castellano: el escenario mostró la coordinación previa frente a tan clamorosa fuga.

¿De qué se trata? La decisión referida a la tacha contra la candidatura de Kouri está dividida: dos a favor y dos en contra. Lo que se llama un empate, tablas (en ajedrez). Entonces el presidente Sivina tiene doble voto, calificado y dirimente. Pero este personaje no parece inmutarse gran cosa frente al cúmulo de irregularidades ilegales en que ha incurrido su mano derecha en el Registro de Organizaciones Política, ROP, abogado Fernando Rodríguez Patrón que es quien ha pasado por alto todas las monstruosidades de Cambio Radical. La crónica, larga, nutrida, documentada de éstas, ya son de conocimiento público, por tanto, como nada de eso altera el sueño tranquilo y el espíritu sosegado de algunos, ya no parece tan díficil predecir cuál será, en breves horas, el sentido definidor de ¡ese voto dirimente!

¿Está sólo el JNE, en su posición pro-Kouri? No del todo. El oficialismo retiró a su postulante Carlos Roca y los propósitos de conveniencia, conchabo y siniestros son tan claros que nadie se atreve a dudar de a quién apoya el gobierno del señor García Pérez.

Nada habría ocurrido en el país. La suciedad urbi et orbi.