El apego del Perú a los tratados limítrofes tiene un carácter pétreo y el respeto a los Tratados son principios constitutivos e invariables y forma parte de la política internacional de la Patria. Ningún presidente, y de allí para abajo cualquier funcionario o agente y mucho menos un, llámese embajador de carrera o político, posee la chance de torcer esta línea sin el riesgo de incurrir en seria y gravísima contradicción, al mismo tiempo de atentar contra los intereses permanentes de la Nación. En el caso del Tratado y del Protocolo Complementario con Chile, de 3 de junio de 1929 ¡con mayor razón!

Recuérdese que entre los considerandos del planteamiento peruano por delimitación marítima a Chile, hoy en espera del fallo de la Corte de La Haya, está ¡precisamente el Tratado y Protocolo Complementario de 1929! suscrito con el país del sur. Sólo otro tratado de igual categoría jurídica y la correspondiente aprobación del Congreso, previa discusión y votación, puede modificarlo, anularlo, variarlo o dejarlo sin efecto. ¿Ha acontecido desde 1929 a la fecha algo por el estilo, parecido o sucedáneo, con el Tratado de Lima? La respuesta es negativa y de forma integral e inequívoca. Por el contrario, estamos a la espera de un fallo internacional que termine con este contencioso bilateral.

A pesar de tal tradición y hechos, la embajadora del Perú en Bolivia, Silvia Alfaro Espinoza, ha declarado a la revista Cosas –y no ha desmentido o corregido tal versión- una cantidad de inexactitudes sobre la relación de Perú y Bolivia en referencia a la historia bilateral, pero en expreso señalamiento al tratado bilateral entre Perú y Chile de 1929 que transita por los delicadísimos parajes indeseables de –ella- enmendar lo acontecido desde hace más de ocho décadas y que Perú ha respetado escrupulosamente en su relación con los países vecinos, en particular Chile y Bolivia.

Chile tiene soberanía restringida en Arica pues en virtud del Tratado de 1929 fueron acordadas servidumbres positivas y negativas las que posee Perú en tierra que fue nuestra hasta antes de 1879. Tales derechos y servidumbres están consagradas en el Tratado de Lima de esa fecha. Por tal razón el artículo 1 del Protocolo Complementario reza:

“Los Gobiernos del Perú y de Chile no podrán, sin previo acuerdo entre ellos, ceder a una tercera potencia la totalidad o parte de los territorios que, en conformidad con el Tratado de esta misma fecha quedan bajo sus respectivas soberanías, ni podrán sin ese requisito, construir, a través de ellos, nuevas líneas férreas internacionales.”

La embajadora Silvia Alfaro Espínoza usa arbitrariamente, confundiendo, las palabras Consulta y Previo acuerdo. Entre Chile y Perú sólo puede haber Previo acuerdo para cuanto se refiera a Arica o Tacna. Ningún otro país puede intervenir en esta decisión conjunta y el Previo acuerdo es muy distinto de cualquier naturaleza de consulta. ¿Por causa de qué la diplomática de carrera cuestiona de hecho lo que dice el Protocolo Complementario en su articulado?

La pericia experta del anterior embajador del Perú en Bolivia, el ex canciller Manuel Rodríguez Cuadros continuó la posición tradicional del Perú, y ahondó la relación con el hermano país del altiplano y llevó las coincidencias a una calidad excepcional y conjunta dentro de los lineamientos y esfuerzos que Cancillería ha determinado en el marco de la política internacional del Perú. No podía él o nadie, sin un debate nacional, hacerla de otro modo y así fueron todas las declaraciones que durante su gestión formuló Rodríguez Cuadros.

¿Cómo es que ahora la embajadora Alfaro Espinoza, de un plumazo por sus declaraciones a la revista social Cosas, por ignorancia contumaz o mal entendimiento de la política internacional del Perú confunde tratado con acuerdo y consulta con previo acuerdo?

La embajadora camina por terrenos ¡absolutamente prohibidos! para quienes tienen por obligación suprema y juramentada y por eso pagada por el pueblo peruano, para defender la integridad de su territorio y la lealtad a la política internacional de la Patria.

¿No cree el canciller Rafael Roncagliolo que ha llegado la hora de cesar a esta funcionaria y encargarle tareas menos difíciles y arduas que una embajada tan importante como la de Bolivia? ¿Son acaso pertinentes tales declaraciones en el contexto de la relación bilateral en este tema y particularmente en el marco del contencioso que se ventila en La Haya?

Posiblemente la revista Cosas se lea a nivel de ambientes sociales, nada de lo cual quita la prueba de expresiones oficiales de la embajadora peruana en Bolivia, aparentemente autorizadas por la Cancillería. Y el ministerio de Relaciones Exteriores y su ministro, no pueden dejar pasar este absurdo descalificador.

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