El nuestro es un país raro: las semanas, normalmente de lunes a viernes y, en algunos casos, sábados, empiezan a trocar, los jueves, en prolegómeno caprichoso de un largo descanso al que llaman los entendidos “el fin de semana”. De resultas que una sociedad que debiera estar ansiosa por producir, discutir, elucubrar y echar a andar, discurre por el ocio vil y lo cohonesta bajo al pretexto baladí de “un cansancio” (que nadie acierta a describir y menos a entender). En síntesis, monda y lironda, los peruanos de oficina, de fábrica, de la administración pública, de la burocracia, formamos parte de un país subdesarrollado que se da el lujo de tener un lapso laboral de ¡4 días!

Antaño el asunto era más gracioso, sobre todo que iba arropado por el lenguaje de clichés de los años 70 y que a todo otorgaba una razón, aunque las más de las veces estaba huérfana de la misma, y se decía: “la revolución es de lunes a viernes”.

Para no hablar sólo de lo antiguo puédese tomar un índice al cual acuden decenas de miles de ciudadanos: Internet y sus listas de interés. Entre lunes y jueves se producen las más inteligentes y desopilantes, opiniones y disparates a cual mejor o peor, de que se pueda ser testigo. La ortografía tiene vacaciones perennes, la concordancia no existe entre sujetos o predicados y la confusión en los supuestos análisis arroja a veces cuadros difíciles de entender o asimilar. Pero los viernes y fines de semana el tráfico se viene abajo.

Parece no ser una situación privativa del Perú o de los internautas nacionales, también ocurre en otras partes. Pero, recordemos que mal de muchos, consuelo de tontos. Consulté con el autor de un blog interesantísimo sobre aspectos poco conocidos de la guerra de rapiña que Chile planteó al Perú entre 1879-1883 y él asintió categóricamente: las estadísticas en fines de semana, delatan mínima participación.

No hay ansia mayor que la del empleado que aspira al paso rápido, ultra-ligero del jueves para respirar con satisfacción la llegada del viernes al que reputan como un día de molicie consentida por jefes y gerentes que, a su vez, transitan por los vedados caminos.

¿Qué pasaría si, ejemplo fantasioso y cualquier parecido con la realidad es pura ficción, el desembarco de tropas por los 2500 kms. de litoral de Tacna a Tumbes, se constituye en cabeceras de playa por la travesura de cualquier país vecino y en viernes o fin de semana? Al margen de la paupérrima situación de armamento militar que posee Perú, no hay que ser mago para avizorar que el asunto no llevaría mucho más de 24 ó 48 horas para su consumación nefasta.

Más aún: existe en el cerebro idiota de estrategas de escritorio, la superchería que las ingentes cantidades de armas ultra-modernas que compran algunos vecinos no tienen otro propósito que el puramente militar, efectivo mucho más que disuasivo.

Cierto que con jefes de Estado como el señor García Pérez que alguna vez advirtió que no había que molestar a un país específico –Chile- porque se “podían molestar”, la puerta no sólo está abierta sino que tiene a paquidermos engrasando los goznes para tenerla permanentemente horadada y para la abominable intrusión.

¿Puede una nación con cinco fronteras, 30 millones de habitantes, 2500 kms. de litoral hacia el Mar de Grau, uno de los más feraces del mundo, con riquezas naturales ingentes, darse el lujo de tener una población proclive al ocio improductivo y dedicada al ejercicio de no pensar en la política real y la situación geopolítica que tiene Perú como país central en Latinoamérica?

El ocio de quienes abdican del viernes y cuelgan cualquier dinámica a partir de ese día y por el fin de semana, es un lujo que sólo pueden darse sociedades que han satisfecho sus necesidades fundamentales de salud, educación y trabajo. Hasta donde sé, Perú tiene esos objetivos aún por cumplir y con un buen plazo pendiente todavía.

¿Pensó alguna vez en estas simplezas? Si no lo hizo, sugiérole lo haga y en términos que puede escoger a su libre albedrío pero dedique algunos minutos a estas reflexiones. La capacidad improductiva de creación no sólo para sismos vale lo mismo en caso de emergencias bélicas o de cualquier tipo. No vaya a ser que se repita el ejemplo de los sorprendidos ¡con el pantalón abajo! En cualquier caso, las consecuencias son muy predecibles.

¡Atentos a la historia, las tribunas aplauden lo que suena bien!

¡Ataquemos al poder, el gobierno lo tiene cualquiera!

¡Rompamos el pacto infame y tácito de hablar a media voz!

¡Sólo el talento salvará al Perú!

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