Felizmente, en un mundo tan peligroso como este hay alguien que piensa en nuestra seguridad. Eso es lo que hacen los influyentes representantes que se reunieron en Múnich en el marco de la Conferencia Anual de Seguridad.

En la edición de 2013 (del 1º al 3 de febrero), en la que no podía faltar el ministro de Defensa italiano Di Paola [1], es Joe Biden, el vicepresidente de Estados Unidos, quien traza las líneas directivas.

Ante todo, la declaración de principio: «No admitimos que ninguna nación, sea cual sea, tenga su esfera de influencia.» Un principio que Washington considera sagrado para todos los países… menos para Estados Unidos. En ese caso, no es influencia sino «liderazgo». Como el que Estados Unidos ejerce motivado por la lucha contra la amenaza terrorista que –advierte Biden– se está extendiendo por África y el Medio Oriente, tomando como blanco «los intereses occidentales en ultramar». Precisamente sobre ese tema, Estados Unidos «aplaude» la intervención de Francia en Mali, a la que proporciona datos de inteligencia, transporte aéreo para las tropas y reaprovisionamiento en vuelo de combustible para los cazas-bombarderos.

Europa sigue siendo un socio indispensable de Estados Unidos en el marco de la OTAN, que se ampliará aún más con la inclusión de Georgia y de los países del Báltico. En Afganistán, precisa Biden, Europa puso 30 000 soldados y gastó 15 000 millones de dólares. En Libia, gracias a Europa, «la OTAN actuó de forma rápida, eficaz y decidida».

Y ahora le toca a Siria: Estados Unidos se ha gastado 50 millones de dólares en la asistencia militar a los «rebeldes», suma a la que se agregan hasta ahora 365 millones como «ayuda humanitaria», en el marco de una asignación que, con la contribución europea, se eleva a 1 500 millones de dólares.

Otro objetivo es Irán, país frente al cual –aclara Biden– Estados Unidos, con Europa, no adopta una política de containment sino una acción tendiente a impedir el desarrollo del «programa nuclear ilícito y desestabilizador». Esta prédica viene del país que posee miles de armas nucleares y que, hace apenas 2 meses, realizó otro ensayo nuclear con vistas a la concepción de nuevas armas atómicas.

Pero algo nuevo se perfila en el horizonte. Gracias a la alianza militar más importante del mundo –explica Biden–, Estados Unidos es una potencia atlántica y al mismo tiempo, como lo indica la nueva estrategia, es también una «potencia del Pacífico».

En la región Asia-Pacífico se halla la otra potencia: China. Estados Unidos quieren que sea «pacífica y responsable» y que «contribuya a la seguridad global», naturalmente según se entiende en Washington, lo cual quiere decir acorde al sistema político-económico occidental dominado por Estados Unidos.

El desplazamiento del centro focal de la política estadounidense de Europa hacia el Pacífico –asegura Biden– es también en interés de los aliados europeos, que por lo tanto deberían participar plenamente. Así que Washington está presionando a los miembros europeos de la «alianza atlántica», ya presentes con sus barcos de guerra en el Océano Índico, para que abran nuevos frentes aún más al este, en el Pácifico. Un argumento que, en el «debate político sobre Europa», es totalmente tabú.

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por la Red Voltaire a partir de la traducción al francés de Marie-Ange Patrizio

[1El ministro francés de Defensa, Jean-Yves Le Drian, también era «esperado» en ese encuentro, al igual que el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius. Curiosamente no hubo la menor información sobre esa visita ni tampoco ningún comunicado oficial accesible al menos a través de internet.