Imponentes manifestaciones iniciadas en Kiev desde hace una semana tratan actualmente de obligar al gobierno de Ucrania a dar marcha atrás en su decisión de no firmar el acuerdo de asociación con la Unión Europea.
El hecho es que en Ucrania existe una oposición histórica entre dos sectores de la población: los habitantes del oeste del país, mayoritariamente favorables a la incorporación de Ucrania a la Unión Europea, y la población del este, principalmente favorable a Rusia. Esa división, ya explotada en el momento de la «revolución naranja», es el factor que los manifestantes tratan de aprovechar nuevamente en este momento.
Y es interesante observar además que quienes garantizan el servicio de seguridad de las manifestaciones antigubernamentales son jóvenes tártaros de Crimea.
Se trata de miembros del movimiento Azatlyk (Libertad), encabezado por el joven Nail Nabiulin, militan por la gran Turquía y cuentan con el respaldo de los partidos trotskistas, fundamentalmente del Frente de Izquierda ruso de Serguei Udaltsov, y del gobierno del primer ministro turco Recep Tayyip Erdogan. Muchos de ellos acaban de regresar de Siria, a través de Turquía, después de haber participado en la yihad contra el Estado sirio. Todo parece indicar que son ellos los responsables de las provocaciones que dieron lugar a los incidentes violentos en los que se vio involucrado el cuerpo antimotines de las fuerzas del orden ucranianas.
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