Para Julio Scherer Ibarra

I. De entre los libros periodísticos, con prosa gramaticalmente impecable como medio para los fines políticos y culturales escritos por Miguel Ángel Granados Chapa, quien según Tomás Granados Salinas generó más de 45 mil cuartillas, el libro: Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México, continúa siendo piedra de toque de la memoria de la prensa escrita, donde Buendía-Granados fueron y son un binomio del columnismo como contrapoder, y aliado de las cuestiones más democráticas enraizadas en los derechos a la crítica, a dar y recibir información desde la perspectiva social, amparados en los Artículos 6, 7 y 9 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que, con todo y sus reformas y sobre todo contrarreformas, mantiene esas conquistas políticas como principios (Artículo 136) que norman la conducta, más de los gobernados que de los gobernantes, quienes se coluden en la corrupción e impunidad. En la página cultural de El Financiero (16 de octubre de 2012), Leonardo Frías Cienfuegos nos regaló apuntes de la biografía del abogado y periodista por la Universidad Nacional Autónoma de México: Granados Chapa (1942-2011); aunque su legítima biografía es su periodismo.

Con esos recursos nos dejó su investigación política-periodística sobre el homicidio de Buendía que confirmó la alianza de intereses entre funcionarios y narcotráfico que tiene en los 43 [estudiantes desaparecidos] de Ayotzinapa otro capítulo de esa criminalidad: del 30 de mayo de 1984 al 25-26 de septiembre de 2015. Este mayo se han cumplido 32 años de que los periodistas se reúnen en la Plaza (Pública) Francisco Zarco, para mantener encendida la indignación por el asesinato de Manuel Buendía. Del que Granados Chapa desenreda el teje y maneje del crimen ordenado o al menos consentido desde los pasillos de Gobernación y Los Pinos, por medio de ese siniestro personaje y sus sicarios: Zorrilla Pérez; en los tiempos de Manuel Bartlett y Miguel de La Madrid. Por cierto que De la Madrid se enredó en el crimen de Buendía, como ahora Enrique Peña en el de Ayotzinapa; y éste, con su clásica estupidez política dice que no ha “logrado entender cuándo pasó el gobierno a ser señalado como culpable en el caso de Ayotzinapa” (La Jornada, 23 de mayo de 2016). En este libro, Granados Chapa va narrando la vida y obra del reportero, que todos los periodistas llevan dentro.

III. Buendía como Granados Chapa lo llevaron como oficio en todas sus tareas en la prensa escrita; para con sus lecturas del más amplio espectro cultural, fundamentar el trabajo diario desempeñado en las columnas que ambos nos regalaban; Buendía con su Red Privada y Granados Chapa con su Plaza Pública. “Trabajó intensamente en él en los meses finales de su vida”, escribe en la nota editorial del libro Tomás Granados, como que Granados Chapa no quería concluir su vida sin esta crónica-reportaje como un testimonio más de los crímenes de los gobernantes, blindados con la impunidad. Fue un homicidio que silenció a un periodista; cuya estafeta tomó Granados Chapa para continuar hasta las últimas consecuencias, un periodismo implacable contra las inquisiciones de censura y los abusos del poder contra la sociedad, contra el pueblo de la democracia directa, víctima de la democracia representativa. Un libro sobre el asesinato de Buendía que nos revela todos los hilos que conducen a los autores intelectuales, mediatos e inmediatos, que privaron de la vida a Manuel Buendía Téllezgirón, el columnista que ofreció sus conocimientos, investigaciones y crítica a la opinión pública individual y colectiva de la nación.

Ficha bibliográfica
Autor: Miguel Ángel Granados Chapa
Título: Buendía, el primer asesinato de la narcopolítica en México
Editorial: Grijalbo

Fuente
Contralínea (México)