En su edición del 15 de enero de 2022, el “New York Times” titula que Estados Unidos ‎se plantea “apoyar insurgencia” si Rusia invade Ucrania. ‎

Suecia desplegó tropas en disposición de combate y vehículos blindados en la isla de Gotland, ‎situada en el Mar Báltico a 90 kilómetros de la costa oriental sueca. Según el ministerio sueco ‎de Defensa, se trata de defender la isla de amenazantes buques rusos de desembarco que navegan ‎cerca de ella. El Reino de Suecia se suma así a la frenética campaña con la cual Estados Unidos ‎y la OTAN invierten la realidad para presentar a Rusia como una potencia agresiva que ‎se prepara para invadir Europa. ‎

Al este de la isla de Gotland, a 130 kilómetros, Letonia está en estado de alerta –al igual que ‎Lituania y Estonia– frente al enemigo inventado que supuestamente está a punto de invadirlas. ‎Como «defensa contra la amenaza rusa», la OTAN ha desplegado 4 batallones multinacionales ‎en las tres repúblicas bálticas y en Polonia. ‎

Italia participa con cientos de soldados y vehículos blindados en el despliegue militar de la OTAN ‎en Letonia. Italia es además el único país que ha participado en todas las misiones de “policía ‎aérea” orquestadas por la OTAN, desde bases en Lituania y en Estonia, y el primer país en utilizar ‎aviones de combate F-35 para interceptar aviones rusos en vuelo… en el corredor aéreo internacional ‎sobre el Báltico. ‎

Pero las tres repúblicas báltica todavía no se sienten lo suficientemente «protegidas por la ‎presencia reforzada de la OTAN», así que el ministro de Defensa de Letonia acaba de pedir una ‎presencia militar estadounidense permanente en su país. Como en el guión de una película de ‎Hollywood, los expertos explican que las tropas de Estados Unidos no llegarían a tiempo de ‎Alemania para detener los tanques rusos y que, después de haber ocupado las tres repúblicas ‎bálticas, las fuerzas blindadas rusas las aislarían de la Unión Europea y de la OTAN apoderándose ‎del corredor de Suwalki, entre Polonia y Lituania.‎

Otro titular sobre Ucrania en la edición del “New York Times” del 15 de enero de 2022. ‎

Ucrania, que más que “socio” ya es de hecho miembro de la OTAN, aparece ‎en todo esto como actor principal, en el papel de “país agredido”. El gobierno ucraniano asegura, ‎partiendo del principio que hay que creer sólo en su palabra, haber sido blanco de un ciberataque, ‎que evidentemente atribuye a Rusia y la OTAN corre –junto con la Unión Europea– en auxilio de ‎Ucrania para librar una guerra cibernética. ‎

Mientras tanto, Washington denuncia que Ucrania está rodeada de fuerzas rusas en tres ‎direcciones y, previendo un cierre del aprovisionamiento de gas ruso a Europa, Estados Unidos se ‎prepara “generosamente” a sustituirlo con entregas de grandes volúmenes de gas natural licuado ‎‎(GNL) estadounidense.

La Casa Blanca asegura –basándose en informaciones cuya veracidad está ‎estrictamente garantizada por… la CIA– que el ataque ruso estaría precedido de una operación ‎‎false flag (bajo bandera falsa) en la que agente rusos infiltrados en el este de Ucrania ‎cometerían sangrientos atentados contra los pobladores rusos del Donbass, atentados que Rusia ‎atribuiría al gobierno ucraniano para justificar su invasión. La Casa Blanca parece haber olvidado ‎que el ministro de Defensa ruso, Serguei Choigu, ya había denunciado en diciembre la presencia ‎en el este de Ucrania de mercenarios estadounidenses equipados con armas químicas. ‎

Según el New York Times, Estados Unidos ha anunciado a los demás miembros de la OTAN que ‎‎«toda victoria rusa rápida en Ucrania sería seguida de una insurrección sangrienta similar a ‎la que obligó la Unión Soviética a retirarse de Afganistán», insurrección que tendría el apoyo de ‎‎«la CIA y el Pentágono». ‎

El almirante estadounidense James Stavridis –ex jefe del Comando Supremo de la OTAN ‎en Europa– incluso recuerda que Estados Unidos sabe cómo hacerlo: a finales de los años 1970 y ‎en los años 1980, Estados Unidos entrenó y armó a los muyahidines contra las tropas soviéticas ‎en Afganistán. Pero ahora, según el almirante Stavridis, «el nivel de apoyo militar de ‎Estados Unidos a una insurrección ucraniana haría parecer poca cosa lo que dimos contra la ‎Unión Soviética en Afganistán». ‎

El objetivo estratégico de Washington es evidente: precipitar la crisis ucraniana, deliberadamente ‎provocada en 2014, para que Rusia se vea forzada a intervenir militarmente en defensa de las ‎poblaciones rusas del Donbass y acabar en una situación análoga a la que llevó a la Unión ‎Soviética a empantanarse en Afganistán. ‎

Pero esta vez sería crear un Afganistán en Europa, lo cual provocaría un estado de crisis ‎permanente. Todo en beneficio de Estados Unidos, que reforzaría su influencia y su presencia en el ‎continente europeo. ‎

Fuente
Il Manifesto (Italia)

Traducido al español por Red Voltaire a partir de la versión al francés de Marie-Ange Patrizio.‎