Invitado a Washington el presidente estadounidense Joe Biden, el presidente ucraniano Volodimir Zelenski ruega al Congreso de Estados Unidos que apruebe el proyecto de ley de gastos, que incluye una nueva ayuda militar de 50 000 millones de dólares para Ucrania.

El New York Times escribe: «La contraofensiva ucraniana iniciada hace 6 meses ha fracasado. Kiev está confrontando una disminución del personal militar, de las reservas de municiones y del apoyo occidental. Moscú demuestra su capacidad para sostener una guerra prologada.»

En esa situación, señala el New York Times, «Estados Unidos y Ucrania buscan una nueva estrategia después del fracaso de la contraofensiva: el Pentágono envía el general Antonio Aguto, quien dirige el apoyo a Ucrania desde una base en Alemania, a pasar largos periodos en Kiev. El general Aguto trabajará directamente con los dirigentes militares del país.»

Mientras sigue alimentando la guerra en Ucrania, tanto directamente como a través de la OTAN, Estados Unidos sigue apoyando a Israel en la guerra contra Gaza.

El plan de los dirigentes israelíes consiste en deportar la población de Gaza hacia el desierto del Sinaí y liquidar Gaza como territorio palestino, para después hacer lo mismo en Cisjordania.

La estrategia estadounidense, respaldada por Israel, apunta a extender la guerra en el Medio Oriente, donde Estados Unidos está perdiendo su posición predominante frente al avance de los proyectos politico-económicos de Rusia y China, que incluyen la próxima ampliación del grupo BRICS, con la incorporación de Irán y Arabia Saudita.

Para sostener esa estrategia de guerra, Estados Unidos sigue incrementando sus ya enormes gastos militares. El senado estadounidense ha adoptado un proyecto de ley sobre la defensa que costará al contribuyente 886 000 millones de dólares… cerca de la mitad del gasto militar del mundo entero.