Karol Józef Wojtyla, el Papa número 264, conocido como Juan Pablo II, murió a los 84 años, luego de un vía crucis de un mes y seis días. Apegado a la tradición de martirio de la Iglesia polaca- permitió que su padecimiento fuera exhibido sin censura ante las cámaras de televisión.

Hijo de un ex suboficial del ejército austro-húngaro, que falleció en 1941 durante la ocupación alemana de Polonia, en su adolescencia y juventud Wojtyla fue deportista y actor de teatro. Quizá estas dos aficiones marcaron su largo papado. Practicó futbol, ciclismo, natación, montañismo, hockey sobre hielo, esquí y natación (ya ungido, se hizo construir una piscina en la residencia de verano de Castel Gandolfo). A los 19 años ingresó al Círculo Teatral de Wadowice, la ciudad donde nació el 18 de mayo de 1920. También fue director y escenógrafo.

A partir del 22 de octubre de 1978, cuando fue investido como Sumo Pontífice, el mundo entero fue su gran escenario. El 2 de abril, “el atleta de Dios” hizo mutis por el foro luego de disputar su último y más encarnizado partido, su más prolongada prueba de resistencia, su más trágica representación.

Wojtyla batió varios récords. Fue el primer pontífice no italiano en más de cuatro siglos (el anterior había sido el holandés Adriano VI, en 1552). Con 58 años, se convirtió en el Papa más joven del siglo XX. Su mandato -26 años, cuatro meses, ocho días- fue el tercero más largo de la historia, sólo superado por San Pedro (entre 34 y 37 años) y Pío IX (31 años, siete meses, 21 días).

No fueron las únicas marcas que rebasó. Hablaba, además del polaco, seis idiomas: italiano, latín, francés, inglés, español y alemán. Recorrió millones de kilómetros alrededor del mundo: realizó 104 viajes al exterior, en los que visitó 130 países. Fue el primer Papa que entró a una iglesia luterana (Roma, 1983), una sinagoga (Roma, 1986) y una mezquita (Damasco, 2001). A pesar de todo, desaprobaba los matrimonios entre católicos y musulmanes.

Wojtyla también impuso otro récord: hasta el 14 de octubre de 2004, había recibido a un millón 512 mil 300 personas de los cinco continentes: 387 mil 100 en las audiencias generales de los miércoles, 140 mil 200 en audiencias particulares, 368 mil en las ceremonias litúrgicas y 617 mil en el Ángelus de los domingos. En su último año de vida atendió a 197 mil 200 visitantes. Desde octubre de 1978 hasta octubre de 2004, recibió a 426 jefes de Estado, reyes y reinas, 187 primeros ministros y 190 ministros de Relaciones Exteriores. Además, 642 embajadores le presentaron sus cartas credenciales.

Estos datos estadísticos quizá sirvan para el libro Guinnes. En otros textos figurarán sus tendencias políticas, muy distintas a las del deportista, el actor y el viajero. Se destacarán su afinidad con los gobiernos conservadores de Margaret Thatcher y Ronald Reagan, el abierto respaldo al dirigente sindical polaco Lech Walessa en su combate al comunismo y la preferencia por el Opus Dei, que lo llevó a beatificar tempranamente a su fundador, el retrógrado José María Escribá de Balaguer.

Sin duda, se mencionarán su rechazo a la Teología de la Liberación, la negativa a condenar el asesinato del obispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero en 1980, la reprimenda pública al sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal en 1983 y la sanción de un año de silencio al teólogo brasileño Leonardo Boff en 1984.

Wojtyla no cedió un centímetro en cuestiones como el divorcio, el uso del preservativo, el aborto, el feminismo y la homosexualidad. Lo paradójico es que la institución de la que fue cabeza visible, cada cierto tiempo se exhibe -con reiteradas denuncias- como un auténtico refugio de sodomitas y pedófilos.

A diferencia de Ángelo Giuseppe Roncalli (1881-1963), conocido como Juan XXIII y apodado El Papa bueno, quien le imprimió un estilo tolerante a la Iglesia Católica, El atleta de Dios fue un intolerante que la hizo retroceder medio siglo. Otro récord. Descanse en paz.