La tragedia de la Organización de Naciones Unidas es su falta de protagonismo y su incapacidad para influir decisivamente en los grandes temas internacionales. La Comisión de Derechos Humanos no es una excepción. Ninguna de sus decisiones, en bien o en mal, son incapaces de cambiar el curso de los acontecimientos.
Esa cualidad confiere a la Comisión de Derechos Humanos un estilo esencialmente surrealista, según el cual la realidad es ajena a los hechos, formándose con reflejos entre caprichosos y fantásticos. El surrealismo no sólo evade la realidad, sino que crea una ficticia.
En las sesiones de la Comisión en Ginebra, mediante retórica, presiones y chantajes, bajo la égida de las grandes potencias, encabezadas por los Estados Unidos, se crea un entorno de palabras y de papel, en el que los hechos se invierten, las verdades se desdibujan y el sentido común se enajena.
Cada año los círculos diplomáticos internacionales son atrapados por desconcertantes malabarismo retóricos en un laberinto de formalidades, que arroja una montaña de resoluciones condenatorias que afectan a los países del Tercer Mundo. Lo peculiar del ejercicio es su falta de contacto con los procesos reales y una esterilidad que recuerda un frustrante onanismo.
Esa ejecutoria es extraña al espíritu conque los Derechos Humanos fueron reivindicados al finalizar la II Guerra Mundial para ayudar a la humanidad a sanar de los traumas originados por la barbarie fascista y el holocausto nazi. La Declaración de Derechos Humanos formó parte del nuevo ordenamiento jurídico que resultó del triunfo sobre el fascismo, resumió las mejores aspiraciones de una época que quería dejar atrás la guerra, el militarismo, la intolerancia, la xenofobia y el racismo.
Con el acceso a la independencia de numerosos países afroasiáticos, con niveles de desarrollo, culturas y religiones especificas, el mundo mostró su magnifica diversidad cultural. Los ideólogos de los derechos humanos pusieron especial cuidado en definir, codificar y proteger los derechos políticos de los individuos, las minorías, las razas, las religiones y las culturas, frente a las tiranías y los hegemónicos intentos de exclusividad ideológica, promotores de la intolerancia religiosa, la discriminación racial y la exclusión cultural:
El ejercicio de los derechos humanos originalmente no estuvo asociado a la coacción ni nunca se presumió que serían utilizados para sancionar a los países pobres y mucho menos, como instrumentos para construir la hegemonía de una superpotencia.
La notoriedad de la Comisión no emana del carácter constructivo de sus labores, sino al contrario. Cada año, al final de las sesiones, el Palacio de las Naciones, donde tiene su sede, es invadido por una colosal frustración.
Nada positivo ha sido hecho, ningún pueblo y ningún hombre será más libre ni más feliz y el mundo no será mejor, no obstante la historia, incluyendo la de Cuba, continuará no por la Comisión de Derechos Humanos, sino a pesar de ella.
Cada año Cuba, obligada a defenderse despliega enormes energías y más allá de su causa nacional, participa del empeño para frenar a los Estados Unidos y poner fin a su arrogancia, propósito en el que no está sola y avanza consistentemente. De los 53 países conque cuenta la Comisión, 32, la mayoría no acompañaron a los Estados Unidos que sólo pudo arrastrar tras si a veintiuna naciones.
Aparte de esa causa mayor, a los cubanos les importa un bledo la Comisión de Derechos Humanos, como mismo ocurre con la OEA, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Nada cambiará para nosotros porque nuestras expectativas de vida y proyectos no se conectan con decisiones ajenas y mucho menos imperiales.
MEMORÁNDUM PARA: TODAS Y TODOS
Más de 800 millones de personas, en el Mundo, continúan siendo analfabetos, ninguno de ellos vive en Cuba.
Más de 130 millones de niños crecen sin tener acceso a la educaciòn básica, ninguno de ellos vive en Cuba.
Más de 800 millones de personas sufren de hambre crónica y carecen de acceso a los servicios de salud, ninguno de ellos vive en Cuba.
Más de 200 millones de niños trabajan y/o viven en las calles, ninguno de ellos vive en Cuba.
En menos de 30 años, Cuba pasó a ser el primer país de Amèrica Latina y el Tercer Mundo, en bajar la mortalidad infantil al índice de 6.4 por cada mil nacidos vivos y alcanzar una expectativa de vida de 75 años; además extendió los servicios médicos gratuitamente a todos los ciudadanos; elevó la escolaridad promedio a nueve grados, graduó más de 700.000 profesionales universitarios; desarrolló un poderoso movimiento artístico y cultural; ocupó uno de los 10 primeros lugares en las competencias olímpicas y obtiene en ellas más medallas de oro percápita que ningún otro país; sus niños logran lugares cimeros en competencias de matemáticas y otras de carácter científico.
Según UNESCO, los conocimientos de los alumnos cubanos de primaria casi duplican el promedio de los del resto de América Latina. Hoy el pueblo de Cuba ocupa el primer lugar entre todos los países del mundo, desarrollados o no, en el percápita de profesores y maestros, médicos e instructores de algún nivel en educación física y deportes, tres ramas que son decisivas para el bienestar y el desarrollo social y económico de cualquier país ello se resume en más de 250.000 educadores, 67.500 médicos y 34.000 profesores y técnicos de Educación Física y Deportes.
«Hoy compartimos con otros países hermanos del tercer mundo ese inmenso capital humano sin cobrar un solo centavo. Nuestros colaboradores no sólo poseen una profunda capacidad técnica y científica, sino lo más importante: una extraordinaria solidaridad humana y un insuperable espíritu de sacrificio...»
«Debo añadir algo más: en 42 años de Revolución, jamás se ha lanzado en Cuba un gas lacrimógeno contra el pueblo, ni se conoce el expectáculo de policías con escanfandras, caballos, o carros antimotines reprimiendo al pueblo, cosas muy frecuentes en Europa y Estados Unidos. En nuestro país no han existido jamás Escuadrones de la Muerte, ni un solo desaparecido, ni un solo asesinato político, ni un solo torturado, pese a las miles de infames calumnias divulgadas por un frustrado e inescrupuloso imperio que desea barrer de la faz de la Tierra la imagen y el ejemplo de Cuba.»
«Ustedes podrán preguntarse por qué me detengo a enumerar estos hechos:
Primero: Porque me pregunto si es por esto que se nos quiere condenar todos los años en Ginebra.
Segundo: Si es por esto que se nos hostiga, se nos bloquea y se nos hace una guerra económica que dura ya 42 años.
Tercero: Si es por esto que se quiere destruir a la revolución Cubana.»
Nota de Altercom: MEMO REALIZADO CON DATOS Y PARRAFOS DE LA INTERVENCION DEL PRESIDENTE FIDEL CASTRO ANTE LA 105a. CONFERENCIA DE LA UNION INTERPARLAMENTARIA MUNDIAL
Publicado por ALTERCOM en abril de 2001 cuando nació nuestra Agencia informativa.
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