El cercano traspaso de la presidencia del Movimiento de Países No Alineados, de Cuba a Egipto significa mantener la actual etapa de reverdecimiento de la agrupación.
Tanto las autoridades de El Cairo como los restantes miembros de NOAL han expresado más de una vez la necesidad de preservar y desarrollar la agrupación que, lejos de perder su vigencia en los años noventa con el fin de la bipolaridad global, asumió nuevos y más complicados retos en instantes en los cuales, desde determinados centros de poder, se pretende la más cerril unipolaridad.
El papel del Movimiento no es ya, como indicaban algunos, establecer una suerte de equidistancia entre dos potencias beligerantes y empeñadas en adherirse pretendidas zonas de influencia y ganar adeptos.
Con la disolución de la Unión Soviética y de las experiencias socialistas de Europa del Este, es evidente que los peligros para las naciones tercermundistas se hicieron más profundos.
La elite imperial aposentada en la Casa Blanca vio la oportunidad de sentar bases reales universales, y ha impulsado ese proyecto de la manera más burda, brutal y sangrienta.
Los controvertidos sucesos del 11 de septiembre de 2001 posibilitaron a esos grupos reaccionarios desplegar sus políticas agresivas y las naciones subdesarrolladas pasaron a ser “oscuros rincones del mundo” a aplastar y sojuzgar sin contemplaciones.
¿Acaso NOAL debía desmovilizarse en esa hora crucial? La XIV Cumbre, realizada en La Habana, y en la cual la Isla pasó de nuevo a ocupar la presidencia con todo el prestigio de su historia de luchas y probada combatividad, permitió profundizar el giro del Movimiento hacia una nueva etapa de acción en las difíciles condiciones internacionales de entonces.
Al entregar la presidencia este julio en la capital egipcia, la mayor de las Antillas podrá proclamar que deja en marcha una entidad renovada, pujante, en pleno accionar, involucrada de lleno en las luchas fundamentales de nuestro tiempo y cargada de exigencias claves hacia aquellos que pretenden hacerse amos del mundo.
Hoy ya no existe problema mundial o sectorial que los NOAL no analicen y se conviertan en tribuna coordinada para hacerle frente en los más disímiles foros.
Son precisamente esa presencia y pujanza las que deben prevalecer en el espíritu de unidad y defensa mancomunada de los vitales intereses de la mayoría de la humanidad.
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