De ahí que frente al injustificado y sangriento ataque de tropas israelíes a buques de pacifistas que en días pasados llevaban carga humanitaria a los palestinos de la franja de Gaza, la Casa Blanca apenas se digne a expresar “su preocupación” por semejante acto de barbarie, no importa si el resto del planeta reclama justicia y exige el castigo de los agresores.

¿Era de esperarse otra cosa? El mundo ha denunciado más de una vez en la ONU, en el Movimiento de Países No Alineados, y en otros relevantes foros internacionales, que Washington lejos de utilizar su influencia para poner freno a loas desmanes sionistas, no solo justifica y disminuye el alcance de cada arrebato agresivo de Tel Aviv, sino que además no cesa su asistencia y apoyo al culpable.

No podía ser más hipócrita la potencia cuyas autoridades bloquean a Cuba desde hace más de cinco décadas, desarrollan guerra petroleras en Afganistán e Iraq, instauran la tortura como método carcelario y se pretenden jueces universales en materia de drogas, derechos humanos o uso pacífico de la energía atómica, entre otras inconsecuencias de alto riesgo.

En ese rosario de hostilidad y carencia de ética, Israel no hace otra cosa que seguirle los pasos al socio mayor, al cual sirve como punta de lanza en una zona geoestratégica de tanta relevancia como el Oriente Medio.

Tel Aviv sabe que cuenta en los Estados Unidos con el respaldo de un poderoso grupo de congresistas y financistas de ultraderecha con alta influencia en la política norteamericana

Por demás, Israel es el país que mayor ayuda militar recibe del imperio del norte y cuyo soporte sobrepasa los tres millones de dólares anuales en armas, pertrechos y tecnología de guerra

Hace decenios que en sus instalaciones atómicas de Dimona el régimen sionista posee y desarrolla armas nucleares, y en esas dependencias fabrica baterías de misiles de medio alcance Patriot, de patente Made in USA.

El ejército israelí cuenta también con cohetes de ataque incluido altamente sofisticados y de similar origen para atentados personalizados a figuras árabes y de la resistencia palestina, al tiempo que suma a su arsenal aviones robot para espionaje y misiones bélicas sin riesgo de pérdida de pilotos militares.

De manera que con esta historia de estrecha carnalidad, qué puede incluir a Washington a establecer ningún tipo de condena contra lo que haga Tel Aviv. El “chico díscolo” nunca recibirá ni un leve tirón de orejas. Con “preocuparse” de dientes para afuera es harto suficiente.

Agencia Cubana de Noticias