Son muchas las horas pasadas desde la aparición del artículo del notable jurista Guillermo Olivera Díaz: Convención Nacional Electoral PAP ilegal, ajena al Estatuto y abusiva
http://www.voltairenet.org/article167590.html y ninguno de los múltiples aludidos en esta dinámica para delinquir ha “ensayado” siquiera ¡una respuesta! Con humildad, hace 24, escribí: Apra: caballazo con delicadeza de elefante http://www.voltairenet.org/article167601.html y la pobreza misérrima de quienes debían contestar es flagrante.

Categóricamente, hay que decirlo, como testimonio denunciativo y en voz muy alta: la Convención es abortiva, nula, ilegal, ajena al Estatuto, ineficaz de candidatos, hasta delictiva (falsedad genérica) y sancionable en contra de sus mentores.

¿Puede el Tribunal Nacional Electoral PAP establecer el número de delegados, a través de una simple Directiva (la N° 0005-2010-TNE-PAP) que votarán en la Convención si la Ley de Partidos reserva esta materia al Estatuto del partido? El Estatuto no es el Tribunal ¿Compete a este mismo órgano electoral convocar a una Convención Nacional violando el estatuto partidario?

El club electoral, la usina de puestos, la ametralladora de pitanzas a que se ha reducido el Apra del anti-Haya, Alan García Pérez, sólo busca curules a ser ocupadas por palafreneros que cuiden sus espaldas en el próximo lustro. La otrora gran esperanza revolucionaria y combativa del pueblo peruano hoy ha trocado en deleznable pararrayos de un mercader, uno de esos a los que Víctor Raúl maldijo desde su temprano mensaje al partir al destierro el 3 de octubre de 1923 desde la isla San Lorenzo, y acusó de haber convertido a la política en “vil negociado culpable”.

La señora Mercedes Aráoz, la que se ufana de sus gigantescas ignorancias en torno a historia nacional y a la descarada falta de ilustración acerca del pensamiento de Haya de la Torre, no es más que un instrumento fusible de Alan García Pérez. Correrá, cuando asemeje al limón exprimido, la misma suerte que el resto. Entonces atisbará, si tiene algún seso supérstite, el tristísimo papel que protagoniza hoy de boya salvavida de un individuo esencialmente corrupto, mañoso, huérfano de cualquier clase de escrúpulo y que impone su mandato por ausencia más que por competencia. Impostora, plástica, funcional, no alcanza siquiera a ser un cuadro político. Apenas llega a tecnócrata y odalisca eficiente de los centros de poder a quienes encanta el cholo barato y el azúcar caro.

Los que están perpetrando una Convención abortiva, pretenden desdeñar la nulidad ilegal de la misma porque es ajena al Estatuto partidario, genera ineficacia de candidatos e incurre en la figura delictiva de la falsedad genérica. ¡Y no habrá tribunal, nacional o internacional, que se atreva a desoír las fundamentadas razones para plantear la sanción contra los mentores de esta barbaridad antidemocrática, inmoral, profundamente reñida contra la limpieza de la cosa pública.

¿Hay voluntad de fortalecer el sistema de partidos y la democracia? Nada de esto puede hacerse al margen de la ley que regula el funcionamiento de las colectividades políticas. ¡Precisamente! La mismísima “convención electoral” es la génesis de la truculencia pues parte de una instancia que no existe en la legislación vigente. ¿Creerán los capituleros y líderes de la pandilla, que están por encima de las leyes por el hecho culposo de medrar en el gobierno? A Palacio llega cualquiera, ese camino se conquista con oro o con fusiles, advirtió Haya de la Torre. Me atrevería a decir que también con maquinaciones y guarismos con porcentajes de encanto anuente.

Poco se puede esperar de los borregos. ¿Y qué hay de los protestantes? ¿seguirán permitiendo la demolición histórica del Apra de los mártires y de los héroes? Hay muchos a quienes se les reclama respuesta ¡de una buena vez!