La reciente realización en Ciudad de México de un encuentro de solidaridad con Cuba, que reunió a delegados de numerosas naciones comprometidos en la defensa de los derechos de nuestro país frente a las agresiones imperialistas, resulta sin dudas un aliciente para el pueblo cubano.
Se trata, en primera instancia, de constatar que en un mundo inundado de malas intenciones, campañas degradantes contra los oponentes a la explotación y el injerencismo, y actos violentos promovidos por los círculos derechistas extremos, el ejemplo que irradian la gesta y la resistencia enconada de los cubanos resulta, con todo, fuente de inspiración, a la vez que mueve corazones y actitudes positivas a escala global.
Lo decían los numerosos representantes foráneos que hicieron uso de la palabra durante los días de sesiones de este encuentro. Cuba, contra todos los pesares, dificultades y limitaciones propias, sigue siendo un referente de independencia dentro y fuera del hemisferio que merece todo el apoyo de la gente digna y honesta del orbe.
Por demás, no podían haberse escogido momentos mejores para la realización de esta reflexión solidaria.
En próximos días, en la sede de las Naciones Unidas, la Asamblea General del máximo organismo internacional debatirá, ya por vigésimo año consecutivo, el cese del bloqueo comercial y económico de Washington a La Habana.
Se trata de la reiterada condena universal a un acto que tipifica como genocidio a partir de las propias definiciones de la legislación internacional, al intentar, por cinco décadas, rendir al pueblo de la Isla por el hambre, las enfermedades y las carencias más elementales y cotidianas.
Al mismo tiempo, transcurrió el encuentro solidario en los días en que se cumplieron tres décadas y media del salvaje atentado terrorista contra una nave área cubana frente a las costas de Barbados, que masacró a 73 personas indefensas.
Una salvajada cometida por gentes que encontraron y encuentran resguardo tranquilo en territorio norteamericano, porque, entre otras cosas, fueron y son el producto y los ejecutores netos de decenios de agresiones planeadas y pagadas por la Casa Blanca y sus entidades oficiales contra Cuba. Cuervos cuyos progenitores siguen brindándole alas.
La cita mexicana coincidió además con la liberación de la cárcel de René González, uno de los cinco héroes cubanos luchadores contra el terrorismo detenidos en los Estados Unidos, y con la imposición a su persona de tres años de libertad vigilada en territorio norteamericano, violando toda lógica y afectando su propia integridad y seguridad.
Una situación, que junto al reiterado reclamo por la exculpación inmediata de los cuatro restantes combatientes de la Isla, mereció un amplio análisis y el mayor de los compromisos solidarios de los amigos de Cuba.
La reunión, que cerró en ocasión del aniversario 44 de la muerte del Comandante Ernesto Guevara en Bolivia, contó con una marcha por las principales avenidas de Ciudad de México, tuvo entonces el más propicio de los escenarios políticos para su realización, y permitió redimensionar la tarea de defensa de Cuba que se han impuesto miles de personas en todo el mundo.
Para los cubanos, sirva esta muestra de apoyo para reafirmar que no estamos solos, que la actitud rebelde de la Isla sigue sumando voluntades más allá de nuestras fronteras, y que, en esa cuerda, como constructores de una esperanza de dimensiones globales, tenemos el deber de defenderla y perfeccionarla para ser cada vez más dignos de ese reconocimiento mundial.
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