La prensa atlantista acusa a Siria de estar haciendo un doble juego: aceptar por un lado la entrada de los observadores de la Liga Árabe y mantener la represión por el otro. Los diarios se hacen eco, sin verificarlas, de las acusaciones del OSDH (oficina londinense de la Hermandad Musulmana siria) que habla constantemente de ejecuciones de grandes cantidades de desertores.
La adopción de una ley que incluye a los traficantes de armas en la pena de muerte, anteriormente destinado sólo a los culpables de crímenes de sangre, es presentada en Occidente y en los países del Golfo como una ley que condena a muerte a los ciudadanos que participen en manifestaciones pacíficas contra el gobierno.
La prensa del Golfo se focaliza en las exigencias que los jefes de Estado del Golfo dirigieron a Siria (¡Paren la máquina de matar!) y a Irán (¡Métanse en sus propios asuntos!), mostrando así, por el contrario, que el conflicto es ya de carácter regional.
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