
Por orden de mi Gobierno, quiero presentar a usted las observaciones que inspira a la República Árabe Siria el 13er informe del Secretario General sobre la amenaza que representa el EIIL (Daesh) [1] para la paz y la seguridad internacionales y sobre la acción de la Organización de las Naciones Unidas para ayudar los Estados Miembros a contrarrestar esa amenaza (S/2021/682).
Primero: A pesar de que la República Árabe Siria, país fundador de la Organización de las Naciones Unidas, ha apoyado la acción de la Organización y sus instituciones especializadas para luchar contra el terrorismo y rechazar la grave amenaza que este plantea para la paz y la seguridad internacionales, [la República Árabe Siria] no ha recibido, hasta el día de hoy, ningún apoyo claro, real ni concreto de la Organización en materia de lucha contra el terrorismo, en la que [la República Árabe Siria] viene participando desde hace más de 10 años.
Segundo: Si bien el Gobierno sirio sabe pertinentemente que las organizaciones terroristas se aprovechan de la pandemia de coronavirus (Covid-19) a escala mundial para reorganizarse y extender el campo de sus actividades terroristas, [el Gobierno sirio] considera que se trata de un factor secundario. Esos grupos terroristas y las entidades e individuos a ellos asociados no habrían podido perpetrar sus bárbaros crímenes si no tuviesen apoyo un financiero y logístico constante y sin el envío de combatientes terroristas extranjeros y de mercenarios contratados para luchar en Siria, en violación de las disposiciones de la Resolución 75/291 de la Asamblea General, intitulada «Séptimo Examen de la Estrategia Antiterrorista Mundial de la Organización de las Naciones Unidas», que menciona en su preámbulo «la terrible amenaza que siguen representando los combatientes terroristas extranjeros, o sea individuos que viajan o que son trasladados por vía aérea, terrestre o marítima a un Estado diferente a su Estado de residencia o de nacionalidad para cometer […] actos de terrorismo». Desgraciadamente, ese factor primordial no se aborda en el informe, lo cual no ayuda a revelar y tratar las causas reales de la proliferación del terrorismo.
Tercero: La persistencia de la ayuda, de la organización y del financiamiento que esos Estados y regímenes aportan a grupos terroristas –algunos de los cuales, activos en Siria, son calificados como «grupos armados moderados» o como «oposición armada siria»– constituye una violación de la soberanía de un Estado Miembro [de la ONU] y una violación flagrante de las resoluciones de la legalidad internacional. Los recientes intentos de esas organizaciones –el Frente al-Nusra entre ellas– y de entidades asociadas a ellas –como los Cascos Blancos– por reposicionarse y redorar su imagen no pueden esconder la realidad: esos grupos siguen siendo organizaciones terroristas que deben su existencia a Estados que las utilizan para favorecer sus propios intereses.
Cuarto: Mi delegación rechaza categóricamente la referencia de los autores del informe, en el párrafo 9, a las «autoridades locales de facto» en el noreste de la República Árabe Siria, ya que esas llamadas «autoridades» son sólo milicias separatistas armadas respaldadas por las fuerzas estadounidenses de ocupación. Constituyen un factor de inestabilidad en la región y un obstáculo a la acción del Gobierno sirio a favor del restablecimiento de la seguridad y del Estado de Derecho en ciertas partes del noreste del país, a los que se agregan las políticas de saqueo de recursos y de modificación de las características económicas, sociales y demográficas de dicha región.
Quinto: El Gobierno sirio deplora el hecho que los autores del informe se feliciten, en el párrafo 62, del plan de acción firmado entre la Representante Especial del Secretario General para la cuestión de los niños y los conflictos armados y las «autoridades de facto» en el noreste del país, lo cual constituye una violación del mandato de la Representante Especial, denota la existencia de consideraciones políticas tendenciosas y representa una violación grave de la soberanía, la unidad y la integridad territorial de la República Árabe Siria, que el Consejo de Seguridad reafirma en todas sus resoluciones sobre el tema. El Gobierno sirio considera, por consiguiente, que ese plan no tiene ningún valor jurídico.
Sexto: El informe del Secretario General se limita a hacer sólo una breve mención y una descripción somera del fenómeno de los combatientes de Daesh y de los miembros de sus familias que se hallan retenidos en la República Árabe Siria y del peligro que esas personas representan, mención que resulta muy insuficiente. Habría que solicitar firmemente a los Estados Miembros cuyas nacionalidades portan estos terroristas que acepten que esos elementos regresen a sus países o a sus lugares de residencia originales y que garanticen que estos tengan que responder por sus actos. Habría que rechazar los pretextos que los Gobiernos de esos Estados presentan para sustraerse a sus obligaciones jurídicas, y rechazar también toda medida o política unilateral que pudiesen adoptar, como la revocación de la residencia o de la ciudadanía de esas personas, lo cual sólo complica el problema en vez de resolverlo. Habría que llevar esos Gobiernos a alcanzar un equilibrio, en el plano jurídico, entre la aplicación del principio de responsabilidad y el hecho de iniciar juicios justos, por un lado, y el regreso y reintegración de esas personas a la sociedad, por otra parte, respetando las reglas del derecho internacional y del derecho humanitario internacional.
Séptimo: Sobre los flujos de fondos destinados a los combatientes de Daesh y a sus familias en los centros de detención que se hallan en suelo sirio, el informe del Secretario General no toma en cuenta las importantes informaciones que mi país ha transmitido a los organismos internacionales competentes sobre la participación de redes y de instituciones financieras turcas en la facilitación de transferencias de fondos a organizaciones terroristas presentes en territorio sirio desde hace muchos años. También hace silencio sobre el uso por parte de esas organizaciones de fondos provenientes del saqueo y del contrabando de antigüedades y del comercio ilegal con derivados del petróleo sirio que extraen de las zonas bajo su control, [se silencian] sobre todo las actividades de la llamada Watad Petroleum Company, que la parte turca considera agente exclusivo para energía y combustible en todas las zonas bajo control de los terroristas en Idlib y sus alrededores y en otras zonas, en Afrin, Jarablos y Tall Abiad. Esa compañía ingresa cada mes miles de millones de libras sirias que van a los fondos de la organización terrorista Hayat Tahrir al-Cham y de facciones aliadas de al-Qaeda bajo el mando de un tal «Jawlani». Precisiones al respecto aparecen en la nota verbal, fechada el 22 de junio de 2021, de la Misión Permanente de la República Árabe Siria ante la ONU en Nueva York, nota dirigida al Comité del Consejo de Seguridad conforme a lo previsto en las Resoluciones 1267 (1999), 1989 (2011) y 2253 (2015).
Octavo: En el párrafo 30 del informe se menciona el arresto, en Alemania y Dinamarca, de 14 personas que estaban preparando ataques con explosivos químicos. Pero los autores del informe no tienen en cuenta las numerosas cartas que el Gobierno sirio ha dirigido al Secretario General, a la Presidencia del Consejo de Seguridad y a otros órganos competentes de la Organización de las Naciones Unidas, describiendo la manera como grupos terroristas –como Daesh, el Frente al-Nusra y otras organizaciones terroristas, como los Cascos Blancos– compran y transportan productos químicos tóxicos que les son entregados por Turquía para utilizarlos en ataques químicos contra civiles en Siria, para atribuir tales ataques al Ejército Árabe Sirio.
Noveno: Los autores del informe citan brevemente las restricciones sociales vinculadas a la pandemia, los problemas económicos y las tensiones políticas que pueden agravar los problemas existentes y que grupos terroristas, como Daesh, tratan de explotar. Pero omiten mencionar las medidas coercitivas unilaterales impuestas que los Estados Unidos de América y los países de la Unión Europea imponen a varios Estados Miembros, como Siria. Esas medidas exacerban igualmente las condiciones económicas y sociales que Daesh y otras organizaciones terroristas tratan de aprovechar. Obstaculizan la acción de los Gobiernos, como el Gobierno sirio, que quieren poner fin al terrorismo, secar sus fuentes e impedir que Daesh y otras organizaciones terroristas utilicen el territorio sirio como trampolín de operaciones y ataques en Siria, en la región y en el mundo.
Décimo: La República Árabe Siria solicita nuevamente a los Estados Miembros que luchan contra el terrorismo coordinar enteramente sus esfuerzos, en el pleno respeto del principio de soberanía nacional, de conformidad con las Resoluciones del Consejo de Seguridad, el cual debe:
cumplir con sus responsabilidades en la materia, impedir que las organizaciones terroristas se reciclen en otros lugares y bajo otros nombres, adoptar medidas disuasivas y punitivas contra los Estados y regímenes que respalden y financien el terrorismo, impedir la manipulación de los temas vinculados a la lucha contra el terrorismo y renunciar al doble rasero, a las interpretaciones erróneas y al uso de sus Resoluciones como pretexto para violar la soberanía y la independencia de los Estados.
Finalmente, subrayamos que el Ejército Árabe Sirio, en cooperación con sus aliados, seguirá enfrentando el terrorismo, la ideología takfirista y los discursos de odio, discriminación y racismo dirigidos contra Siria y contra su pueblo desde hace más de 10 años. Es un imperativo eliminar ese terrorismo y secar sus fuentes para garantizar al pueblo sirio la prosperidad y una vida decente.
Agradecería a usted que haga distribuir el texto de la presente carta como documento del Consejo de Seguridad.
[1] EIIL son las siglas correspondiente a “Estado Islámico de Irak y el Levante”, también designado como Emirato Islámico de Irak y el Levante, Islamic State in Irak and Syria (ISIS) o Daesh. Nota de Red Voltaire.
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