Tapa de la revista alemana Der Spiegel: "La estrategia de la masacre en masa".

«La estrategia de la masacre» nos grita la portada de la revista Der Spiegel, en venta en toda Alemania desde el lunes pasado [1]. Pero no se trata de los bombardeos masivos e indiscriminados de la aviación israelí contra el Líbano. Tampoco de los muertos tremendamente reales que esa locura ha costado ya –alrededor de 1 300, de los cuales la tercera está constituida por niños. No se equivoquen. El semanario informativo publicado en Hamburgo se refiere a las posibles víctimas de un posible atentado que posiblemente cometerían posibles kamikazes islamistas –«una masacre de proporciones gigantescas». Los astrólogos especializados en movimientos islámicos incluso mencionan las fechas previstas para esa masacre: el quinto aniversario del 11 de septiembre de 2001 o el 22 de agosto, o sea el martes próximo.

Ese día los musulmanes de todo el mundo celebran el ascenso al cielo de su profeta, Mahoma, cabalgando sobre Burak, el caballo alado. Según Bernard Lewis, reconocido islamófobo [2] interrogado por Der Spiegel, esa fecha «puede ser considerada como plausible para un ataque apocalíptico cuyo objetivo sería la destrucción de Israel e incluso, si fuese necesario, del mundo entero» [3].

Esas elucubraciones sobre un posible fin del mundo se basan en la espectacular razzia que tuvo lugar en Gran Bretaña, en la noche del 9 al 10 de agosto, durante la cual la policía arrestó a 10 supuestos terroristas que, según el ministro británico del Interior John Reid, estaban preparándose para cometer atentados contra varios aviones y provocar «una masacre de proporciones inconcebibles» que dejaría «un número nunca visto de víctimas».

La gran mayoría de las personas arrestadas son jóvenes bien integrados a la sociedad y que no se caracterizan por presentar prácticas religiosas muy marcadas, lo cual implica un cambio de imagen del enemigo. El peligro no tiene ya el rostro de barbudos iluminados («predicadores del odio»). Las bombas de tiempo humanas se han hecho aún más peligrosas y difíciles de detectar bajo la forma de nuestro vecino turco o de nuestro colega árabe. Al día siguiente de los arrestos de Londres, el diario más leído de Alemania, el Bild-Zeitung, comentaba: «La Jihad, la guerra santa contra los infieles, la conquista del mundo por el Islam, representa una amenaza que aumenta día a día […].
Lo más peligroso de esa guerra es que hasta los hijos de los inmigrantes, que crecen en paz en nuestro país, se dejan contaminar por ese virus y comienzan a creer que su deber, como “Soldados de Alá”, es destruir a los enemigos de la Fe. También en Alemania, entre nosotros, se esconden bombas invisibles en el corazón de nuestra sociedad
». Como en los años 1930, se señala a todo un grupo de la población de nuestro país como enemigo interno.

Bombas artesanales en los baños

Lo más extraordinario es la manera unánime en que los medios de difusión repiten y adornan, digamos más bien que inflan de forma sensacionalista, la historia del megacomplot descubierto justo a tiempo. Ello ocurre incluso a pesar de que las autoridades británicas no han sido prolijas en detalles y ni siquiera han presentado hasta el momento la menor prueba de lo que afirman. La histeria mediática es similar a la que siguió al incendio del Reichstag, sin que se haya producido siquiera incendio alguno.

Ni siquiera nos han dicho exactamente cuántos aviones iban a ser atacados –unas veces nos hablan de 3, otras de 10 y otras veces se habla de «una docena». Pero no nos precisan tampoco cuándo iban a tener lugar esos atentados. Al propio Der Spiegel no le queda más remedio que reconocer que «por el momento, nadie ha visto todavía las falsas botellas de refresco Gatorade que contenían el explosivo líquido que los sospechosos debían introducir a bordo de los aviones».

Tampoco aparecen las armas que iban a ser utilizadas en el atentado. Las teorías presentadas de forma no oficial sobre la manera cómo pensaban los terroristas hacer explotar los aviones son ridículas. Según la prensa, se trataba de utilizar componentes de explosivos líquidos que los terroristas debían combinar estando ya a bordo de los aviones.

¿Cuáles eran esos componentes? Se habla de nitroglicerina y de nitrometano –dos productos extremadamente peligrosos que explotan al menor choque–, como sabe cualquiera que haya visto la película Le Salaire de la peur. Por su parte, Der Spiegel se inclina más bien por el TATP o triacetonaperóxido ya que, según afirma, es fácil fabricar esa sustancia a partir de la pintura de uñas y de otros productos que están corrientemente en venta al público. Pero, «El TATP exige mucho tiempo para su fabricación, sólo al cabo de varias horas se forma el polvo explosivo en el fondo de la probeta. Por el contrario, innumerables accidentes ocurridos durante la mezcla de los componentes demuestran la letal inestabilidad de ese producto durante su fabricación».

Hay que creer entonces que los terroristas planeaban encerrarse durante varias horas en los baños del avión con la esperanza de que el cóctel mezclado no les explotara entre las manos antes de lograr obtener la potencia requerida. Para terminar, existe otro elemento que está lejos de ser uno de los menos importantes. El Guardian de Londres nos informa en su edición del 13 de agosto que ninguna de las personas arrestadas por la policía había reservado ni comprado un pasaje de avión. Entonces, ¿por qué son sospechosos?

A causa de algunas conversaciones telefónicas y correos electrónicos que intercambiaron. Veamos una muestra de los elementos utilizados para acusarlos: «Utilizaban nombres codificados que no dejan lugar a dudas sobre sus intenciones, expresiones con imágenes como por ejemplo “uvas secas”, término que se utiliza a menudo en árabe para referirse a explosivos». En alemán también se utiliza «uvas secas» como nombre codificado. Cuando se habla de alguien que «caga uvas secas» se hace referencia a una persona quisquillosa, mezquina y pusilánime que se vende al mejor postor.

Propaganda belicista

Las autoridades británicas afirman hacer actuado basándose en informaciones provenientes del ISI, la agencia pakistaní de espionaje. Pero en Alemania, los diarios sensacionalistas del grupo Springer nos dan otra versión que menciona al espionaje israelí, el Mossad, como fuente adicional. «Baalbek, principio de agosto: un comando israelí se apodera de un hospital. El objetivo inicial es la búsqueda de terroristas de Hezbollah pero, según expertos británicos, durante esa operación varios agentes de los servicios secretos israelíes encontraron tres computadoras. Los discos duros contienen informaciones sobre más de 20 células terroristas en Inglaterra.

Tel Aviv, domingo 6 de agosto: en la sede del Mossad se recibe una información urgente proveniente de Islamabad; ¡Al Qaeda acaba de ordenar a sus terroristas en Inglaterra que se preparen para actuar!... Poco después, el jefe del Mossad informa a su homólogo de los servicios secretos MI6…»

La información que sugiere ese artículo es clara: la agresión sanguinaria y violatoria del derecho internacional que Israel emprendió contra su vecino permitió impedir un terrible baño de sangre en Europa. Conclusión: las guerras que emprenden Estados Unidos y sus aliados en la región comprendida entre el Canal de Suez y el Golfo Pérsico también benefician a Europa.

El diario crea un clima para sus lectores: «Crisis, conflictos y guerras por todos lados: Afganistán. Irak y ahora el Líbano. ¿Estamos ante el preludio de una guerra mundial entre el mundo libre y el Islam fanático?». Después se puede leer: «La principal fuente de financiamiento del terrorismo es Irán. ¿Debe tomar Occidente medidas más severas contra Teherán?»

Cuando uno se plantea la pregunta de esa forma es porque ya tiene la respuesta.

[1«Strategie Massenmord», Der Spiegel, 14 de agosto de 2006.

[2Sobre Bernard Lewis, ver «La “Guerre des civilisations”», por Thierry Meyssan, Voltaire, 4 de junio de 2004.

[3«August 22, Does Iran have something in store?», por Bernard Lewis, Wall Street Journal, 8 de agosto de 2006.