Tras prolongada e intensa campaña política en la cual las masas populares desempeñaron rol esencial, Fidel Castro y el resto de los asaltantes a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, fueron amnistiados el 15 de mayo de 1955.
Fidel comenzaría entonces febril e incansable actividad política y organizativa, continuación de la que había librado desde el presidio, y en la que ningún aspecto sería olvidado como parte de la preparación para las venideras batallas contra la tiranía.
Tal ejecutoria debió realizarla en medio del creciente acoso de los órganos represivos batistianos y las medidas adoptadas por aquel régimen contra los pocos medios legales con que disponía para expresarse.
En un caso insólito, fue clausurado no un órgano de prensa sino la persona mediante expediente individual en el Ministerio de Comunicaciones, enviado el 13 de junio a Unión Radio y el canal 11 de la televisión. El periódico La Calle también lo cerraron. Por último, la revista Bohemia mutiló una entrevista que le hicieron al líder revolucionario.
Los peligros en el orden personal eran cada vez mayores, pues la vigilancia no cesaba. Su hermano Raúl debió marchar al exilio apresuradamente, pues había sido acusado de colocar una bomba en un cine de La Habana, cuando se encontraba a mil kilómetros de distancia, junto al padre enfermo, en la provincia de Oriente.
En el artículo “Aquí no se puede vivir”, hizo el recuento de toda la represión que se operaba contra él y sus compañeros desde el mismo 15 de mayo. Lo finalizó advirtiendo al régimen: “…porque ya en Cuba no se puede vivir y va llegando la hora de emigrar o morir.”
Discretamente se le gestionó el pasaporte y la visa de turista con el embajador mexicano. En secreto se hicieron todos los preparativos del viaje.
El día siete de julio Fidel tomó en Boyeros el vuelo 566, de Mexicana de Aviación, rumbo a Veracruz. El día ocho llegó por carretera a Ciudad México. Una semana después escribiría: “Difícil explicarles cuán amargo ha sido para mi persona el paso necesario y útil de salir de Cuba. Casi lloré al tomar el avión.”
Terminaba así otra etapa de la lucha y se iniciaba la que finalizaría con el regreso, entonces con las armas en la mano, para conquistar las libertades conculcadas y hacer la Revolución.
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter