Después del segundo veto chino-ruso que impidió una intervención extranjera en Siria, el 4 de febrero de 2012, los occidentales fingieron que se ponían a trabajar a favor de la paz mientras emprendían una vasta operación de guerra secreta. En la escena internacional se pronunciaron por el Plan Lavrov-Annan mientras que, por debajo de la mesa, trasladaban decenas de miles de mercenarios, e incluso ciertos observadores de la ONU acompañaban a los jefes del Ejercito “Sirio Libre”, organizando y favoreciendo los desplazamiento de esos individuos a través de los puntos de control del ejército nacional sirio. El atentado que decapitó el alto mando militar sirio, el 18 de julio, debía abrir las puertas de Damasco a los Contras y permitir que los occidentales implementaran el “cambio de régimen”. Pero no fue así. Tratando de aplicar las lecciones aprendidas de ese fracaso, y a pesar del tercer veto ruso-chino, los occidentales decidieron entonces dar un nuevo paso. A falta de lograr su ansiado “cambio de régimen”, había que sembrar el caos. Así que sabotearon el plan Lavrov-Annan y anunciaron su intención de asesinar al presidente sirio Bachar al-Assad.

La operación comenzó con una serie de filtraciones sabiamente destiladas a través de la prensa. La agencia de noticia Reuters [1], la NBC [2], el diario francés Le Parisien [3], el semanario galo Le Canard enchaîné [4], el también semanario británico The Sunday Times [5] y el alemán Bild am Sonntag [6] revelaron que el presidente estadounidense Barack Obama ya autorizó desde hace meses una injerencia militar secreta en Siria, que Estados Unidos, Turquía, Francia, el Reino Unido y Alemania ya venían actuando de conjunto y que esta guerra secreta se coordinaba desde un cuartel general instalado en la base de la OTAN situada en Incirlik, en territorio turco.

Inmediatamente después de la revelación sobre la existencia de la orden presidencial estadounidense, Kofi Annan presentó su renuncia. Era inútil seguir exigiendo un cese del fuego cuando varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU reconocían ser los organizadores de la guerra. El enviado especial de los secretarios generales de la ONU y de la Liga Árabe precisó que, en lo adelante. resultaba imposible que alguien pudiese proseguir la misión que se le había confiado a él ya que la misión en sí era enteramente ilusoria debido a la “desunión” reinante en el Consejo de Seguridad [7].

A pesar de ello, los occidentales pudieron contar con los secretarios generales de la ONU y de la Liga Árabe para garantizar una fachada de pacifismo y legalidad a sus ambiciones imperiales. Así que designaron a un nuevo representante especial conjunto: el argelino Lakhdar Brahimi. Según el comunicado que anunció la nominación de Brahimi, Ban Ki-moon no le ha asignado como misión la aplicación del Plan Lavrov-Annan aprobado por el Consejo de Seguridad, sino recurrir a “a su talento y experiencia extraordinarios” para conducir Siria hacia “una transición política, conforme a las legítimas aspiraciones del pueblo sirio [8].

Para entender lo que se está cocinando sólo hay que recordar en qué consisten el “talento y experiencia” del señor Brahimi. Hijo de un personaje que colaboró con la ocupación francesa en Argelia –y no de un héroe independentista, como trata de hacerle creer a todo el mundo explotando para ello una similitud de apellidos–, Lakhdar Brahimi es un ferviente promotor de la “injerencia humanitaria”, expresión políticamente correcta que designa lo que otros llaman neocolonialismo. Su nombre está vinculado al informe de la Comisión que él mismo presidió sobre las Operaciones de Paz. Lakhdar Brahimi nunca se ha planteado interrogantes sobre la deriva que llevó a la ONU a crear fuerzas de interposición encargadas de imponer soluciones políticas en contra de la voluntad de los beligerantes, en vez de velar por la aplicación de acuerdos de paz alcanzados de forma equitativa. Por el contrario, Brahimi aconsejó la consolidación de esa forma de gobierno mundial a través de una doctrina de intervención y de un servicio de inteligencia con carácter supranacional [9]. Así se creó el servicio de “apoyo a la decisión”. Posteriormente, y sin molestarse en informar de ello al Consejo de Seguridad, Ban Ki-moon firmó con el secretario general de la OTAN, el 23 de septiembre de 2008, un protocolo que vincula ese servicio de la ONU a la alianza atlántica [10]. En eso consiste el “talento” de Brahimi.

En cuanto a su “experiencia”, el señor Brahimi es el inventor del régimen confesional instaurado en Líbano como resultado del Acuerdo de Taif, y también instituyó el narcorégimen afgano, mediante el Acuerdo de Bonn. Trató además de participar en el “rediseño” de Irak, o sea en la división de ese país en tres Estados diferentes, uno de los cuales debía ser sunnita para restablecer allí la monarquía hachemita. Conjugando lo útil con lo agradable, el señor Brahimi casó entonces a su hija Rym (por entonces periodista en CNN) con el príncipe Alí, de manera que, si el príncipe llegaba a convertirse en rey, la hija de Brahimi iba a ser la reina de Irak. Pero los delirios de grandeza del señor Brahimi se estrellaron contra la infranqueable barrera que representó la resistencia del partido Baas y Washington abandonó aquel proyecto.

Pero eso no es todo. Las biografías oficiales de Lakhdar Brahimi omiten el hecho que este gran “demócrata” fue uno de los diez miembros del Alto Consejo de Seguridad que perpetró en Alger el golpe de Estado de 1992, anulando así las elecciones legislativas, obligando al presidente Chadli Benjedid a dimitir e instalando en el poder un grupo de generales [11]. Vino después una guerra civil –modelo que Washington quiere aplicar hoy en Siria– en la que Estados Unidos manipuló simultáneamente a los dos bandos. Durante aquel periodo, el líder de los islamistas argelinos, Abbassi Madani (hoy refugiado en Qatar), tuvo como consejero político al seudo laico Burhan Ghalioun (el aún reciente presidente del Consejo Nacional Sirio). La facción islamista armada GSPC (rebautizada en 20007 como al-Qaeda en el Magreb Islámico) se entrenó con el Grupo Islámico Combatiente en Libia (rebautizado en 1997 como al-Qaeda en Libia). La mayoría de los combatientes de ambas organizaciones están hoy incorporados al Ejército “Sirio Libre”.

Es en ese contexto que el ministro francés de Relaciones Exteriores, Laurent Fabius, inspeccionó recientemente las bases de retaguardia que Francia acaba de instalar en los países que tienen fronteras con Siria. Durante su estancia en Jordania, el jefe de la “diplomacia” francesa declaró: “Estoy consciente de la fuerza de lo que estoy diciendo: el señor Bachar al-Assad no merece estar sobre la Tierra [12]. Sin tener que presentar el pulgar dirigido hacia el suelo, Fabius Imperator pasó así del leitmotiv “¡Bachar tiene que irse!” a “¡Bachar tiene que morir!

Ese es el mensaje de los occidentales para Moscú y Pekín. No piensan ceder. Pretenden ir hasta el final, y sin importar los medios.

Fuente
El-Ekhbar (Algérie)">El-Ekhbar (Algérie)

[1«Exclusive: Secret Turkish nerve center leads aid to Syria rebels», por Regan Doherty y Amena Bakr; « Exclusive: Obama authorizes secret U.S. support for Syrian rebels», por Mark Hosenball, Reuters, 27 de julio y 1º de agosto de 2012.

[2«Syrian rebels acquire surface-to-air missiles: report», por Mark Hosenball y Tabassum Zakaria, Reuters, 31 de julio de 2012.

[3«L’option diplomatique est morte», entrevista de Bruno Fanucchi con Richard Labévière, Le Parisien, 6 de agosto de 2012.

[4«Formation accélérée d’insurgés syriens», por Claude Angeli, Le Canard enchaîné, 8 de agosto de 2012.

[5“Syria rebels aided by UK intelligence”, por David Leppard y John Follain, The Sunday Times (Reino Unido), 19 de agosto de 2012.

[6«Deutsches Spionageschiff kreuzt vor Syrien», por Martin S. Lambeck y Kayhan Ozgenc, Bild am Sonntag.

[7«Press conference by Joint Special Envoy for Syria», por Kofi Annan, Kofi Annan Foundation, 2 de agosto de 2012.

[11Islam and democracy: the failure of dialogue in Algeria por Frederic Volpi, Pluto Press, 2003 (p. 55 y siguientes).