Al terminar la Segunda Guerra Mundial se le prohibió a Japón ‎la posesión de medios militares de índole ‎ofensiva, como portaviones, bombarderos aéreos de largo alcance, misiles balísticos, etc.‎

Hoy en día, la marina de guerra de Japón posee 20 submarinos de ataque, 39 destructores (8 de ‎los cuales están dotados del sistema de combate AEGIS y de misiles antibalísticos) y 3 ‎portahelicópteros. ‎

Pero el gobierno japonés ha decido dotarse también de portaviones. Supuestamente, el ‎armamento japonés sólo cumpliría un papel defensivo y estaría destinado a garantizar la ‎neutralización de ciertas amenazas. Pero, cuando esas armas entren en su fase operativa, nadie podrá ‎impedir que Japón se convierta en una fuerza ofensiva. ‎

Las negociones con Estados Unidos han mostrado que Japón está deseoso de reemplazar ‎‎107 aviones de combate F-4 y F-15 por los nuevos F-35A, que son aviones de combate de ‎quinta generación. Japón quiere también 40 ejemplares del F-35B, la versión del F-35 de ‎despegue y aterrizaje vertical destinada a la marina de guerra. ‎

Japón ya dispone de 2 nuevos destructores portahelicópteros de la clase Izumo, navíos de ‎‎27 000 toneladas y 248 metros de largo. Estos buques están equipados de sistemas ‎antisubmarinos y antinavíos y pueden embarcar 400 infantes de marina. ‎

Además, en vez de llevar helicópteros, esos barcos pueden recibir a bordo hasta 18 aviones de ‎combate F-35B. Los portahelicópteros japoneses de la clase Izumo pueden transformarse así ‎en navíos similares a los estadounidenses de las clases WASP y America. ‎

Para disponer de una unidad expedicionaria capaz de intervenir en cualquier lugar del mundo –‎como Estados Unidos– Japón sólo necesitaba un cuerpo de infantería de marina (Ver foto). Pero ‎eso quedó resuelto en abril de 2018 con la creación de la brigada ARDB en la base militar de ‎Sasebo, cerca de Nagasaki. ‎

Los vecinos de Japón (China, Corea del Norte y Rusia) disponen de armas nucleares. Japón puede ‎defenderse contra los portaviones y navíos de desembarco pero estaría totalmente indefenso ante ‎un ataque con misiles balísticos, sobre todo si fuesen misiles nucleares. Las garantías ‎estadounidenses en materia de defensa antibalística no son confiables. ‎

La decisión de Japón de convertirse nuevamente en una potencia en materia de armamento ‎no tiene nada de sorprendente y el progreso tecnológico japonés la hace fácilmente realizable. ‎Pero el principal responsable de la transformación de Japón en una fuerza ofensiva –incluso ‎nuclear– es Donald Trump, debido a su política de «Make (enemies of) America great again».‎