Rusia acaba de presentar, el 13 de mayo, al Consejo de Seguridad de la ONU nuevos elementos ‎sobre los programas de investigaciones biológicas con carácter militar de Estados Unidos ‎en Ucrania. ‎

Esta vez se trata principalmente de experimentos biológicos realizados con enfermos mentales ‎ucranianos en el hospital psiquiátrico nº 1, situado en la localidad de Streletchye, en la región de ‎Jarkov, y del uso deliberado del agente ‎patógeno de la tuberculosis para infectar a la población del distrito de Slavianoserbsk, en la ‎República Popular de Lugansk.‎

Los documentos hallados por las fuerzas armadas de la Federación Rusa demuestran que ‎‎4 gigantes de la industria farmacéutica internacional –los laboratorios de Pfizer, Moderna, Merck y Gilead– participaban en esos experimentos biológicos con seres humanos.‎

Al intervenir por videoconferencia, el secretario general adjunto de la ONU a cargo del desarme, ‎Thomas Markram, aseguró que las Naciones Unidas no sabían absolutamente nada sobre la ‎existencia de esos programa de investigaciones biológicas con fines militares. Seguidamente llamó ‎los participantes en la sesión del Consejo de Seguridad a resolver pacíficamente el problema ‎siguiendo lo establecido en los Artículos V y VI de la Carta de la ONU. ‎

Los embajadores del países miembros de la OTAN se limitaron a rechazar en bloque toda la ‎información presentada por la Federación Rusa y a denunciarla como «desinformación». ‎

Por su parte, el embajador de la República Popular China, Dai Bing, estimó que la información ‎presentada por Rusia debería despertar inquietud en toda la comunidad internacional. ‎

Según medios de prensa estadounidenses, el programa de investigaciones biológicas con fines militares ‎financiado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos fue organizado en Ucrania por la ‎firma Rosemont Seneca Technology Partners (RSTP) creada por Hunter Biden, hijo del hoy ‎presidente de Estados Unidos Joe Biden, junto a Christopher Heinz, hijo político del ex secretario ‎de Estado John Kerry. ‎