El domingo 26 de mayo del 2002, el candidato liberal disidente Alvaro Uribe Vélez, en medio de un proceso caracterizado por el recrudecimiento de la violencia y un abstencionismo de más del 52 % fue elegido Presidente de Colombia. Desde la ruptura del proceso de paz por Pastrana y durante las elecciones parlamentarias pudo advertirse un creciente proceso de derechización de un amplio segmento de la sociedad colombiana. El discurso extremista de Uribe minimizó las críticas de los que recordaron sus nexos con el narcotráfico y los paramilitares.

El periodista Joseph Contreras, de la Revista norteamericana Newsweek, señaló que Alvaro Uribe Vélez, a fines de los años 70, mientras se desempeñaba como Alcalde de Medellín, trabajó en los planes de vivienda financiados por Pablo Escobar: Medellín sin tugurios, Medellín Cívico, fueron, entre otros, los programas que hicieron de Escobar un «ciudadano ilustre y benefactor» [1].

Entre marzo de 1980 y agosto de 1982, época del florecimiento de los carteles de la droga, Alvaro Uribe Vélez fue Director de la Aviación Civil, cargo que le permitió conceder licencias para pilotos y permisos de construcción de pistas para los narcotraficantes. Su ayudante entonces era César Villegas que, más tarde, se comprobó estaba vinculado al Cartel de Cali.

Como ocurre con algunos miembros de la aristocracia colombiana, Alvaro Uribe Vélez, procede de una familia vinculada al narcotráfico. Su padre Alberto Uribe Sierra, fue un hombre de negocios perteneciente al Clan Ochoa. Al ser asesinado cerca de su finca en Antioquia, la crema y nata de la sociedad paisa asistió a su sepelio, junto al entonces Presidente de Colombia, Belisario Betancur, en medio de las veladas protestas de quienes conocían sus vínculos con la cocaína, recuerda el escritor Fabio Castillo [2]
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En los años 90, cuando era Gobernador de Antioquia, tuvo como jefe de gabinete a Pedro Juan Moreno, el mismo que fue sorprendido por la DEA como propietario de la compañía que había comprado 50.000 kilos de precursores químicos para elaborar cocaína.

En la misma década de los 90, al ser elegido Gobernador de Antioquia, promovió la creación de las Cooperativas de Seguridad Privada CONVIVIR, iniciativa destinada a legalizar el paramilitarismo. En el Congreso de Ganaderos, en 1996, se aprobó extender esa iniciativa de Uribe Vélez a nivel nacional y además promover su candidatura presidencial. El diario El País, de la ciudad de Calí, del 3 de agosto de 1998, dio cuenta de la fusión de CONVIVIR con los paramilitares:

Representantes de más de 2.000 cooperativas de seguridad privadas han anunciado que se armarán y unirán al movimiento paramilitar Autodefensas Unidas de Colombia-AUC-. El movimiento fue formado en 1996 por más de 16 agrupaciones paramilitares de todo el país y están lideradas por Carlos Castaño ,jefe de la principal organización de extrema derecha de todo el país.

Una de las pocas voces que se opuso a CONVIVIR fue el doctor Jesús María Valle Jaramillo que fue asesinado en su oficina el 27 de febrero de 1998.
Es tan evidente que CONVIVIR es una de las fuentes de reclutamiento de las bandas paramilitares que la diplomática española Almudena Mazarrosa, directora de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU para Colombia, solicitó al gobierno de Andrés Pastrana la investigación judicial de las acciones de estas cooperativas y la derogatoria del Decreto que autorizó su funcionamiento.

Alvaro Uribe en el desempeño de todos sus cargos ha ejercitado el terror contra los trabajadores. Así lo recuerdan en el Municipio de Medellín, en la Gobernación de Antioquia y en la Aviación Civil. El no oculta sus simpatías con el paramilitarismo, así por ejemplo, en el homenaje público a los generales Rito Alejo del Río y Fernando Millán, que habían sido retirados del servicio activo por su participación en masacres y atrocidades contra la población, entre 1996 y 1997, Uribe Vélez habló en acto de desagravio. Su proyecto presidencial lo retrata de cuerpo entero: Reclutar y armar a un millón de civiles. Incrementar el número de soldados en el Ejército en 100 mil hombres e igual número para la Policía. Todo ello para derrotar a las fuerzas insurgentes. Como el Estado colombiano no tiene recursos para soportar un gasto de esa magnitud, se supone que los financiará con el mismo mecanismo que sostienen a las Autodefensas Unidas de Colombia: El narcotráfico.
Antes de las últimas elecciones parlamentarias, uno de los jefes paramilitares, Salvatore Mancuso, dijo que la meta que se habían propuesto es tomar la tercera parte del Congreso. Luego de los resultados señaló eufórico que habían alcanzado más del 35 %. El diario más influyente de Colombia, El Tiempo, resumió esa verdad así: Varios de los nuevos senadores y representantes elegidos hace una semana fueron avalados, financiados y tolerados por el paramilitarismo" [3]. El Obispo de Cali Isaías Duarte Cancino que se atrevió a denunciar la presencia del dinero del narcotráfico y el paramilitarismo en el financiamiento de la campaña de algunos candidatos fue asesinado a los pocos días.

La candidata presidencial Noemí Sanín Cano advirtió que si triunfa Alvaro Uribe será lo mismo que si triunfara Carlos Castaño. Los medios de comunicación del mundo se hicieron eco de la alarma europea por el avance electoral en Francia de la extrema derecha fascista, racista y xenofóbica que representa Le Pen. Y hay que decir que el pueblo francés tuvo la sabiduría suficiente para impedir a tiempo el renacimiento de ese engendro, pero, veo que los medios de comunicación locales han comentado muy poco la consolidación del proyecto fascista en Colombia. Vemos la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio, diría nuestro pueblo. ¿Cómo podrán justificar los Estados Unidos el arribo al gobierno en Colombia de uno de los más conspicuos herederos del narcotráfico, relacionado además con las formas más brutales de terrorismo de Estado? ¿También en Colombia la lucha contrainsurgente incluye el apoyo descarado a los grandes narcotraficantes y al paramilitarismo?

La conducta de Bush y sus funcionarios nos lleva de sorpresa en sorpresa. En el Informe del Departamento de Estado «Patrones globales del terrorismo 2001» insisten en la campaña de infundios contra el Presidente Hugo Chávez al sostener: «Venezuela tuvo contactos con las FARC y el ELN y... puede haberles ayudado a conseguir armas y municiones». En el mismo informe se dice que: «Argentina no padeció actos de terrorismo en el 2001». ¡Habría que preguntarles a las Madres de la Plaza de Mayo y a los millones de gauchos cuyos destinos han sido desquiciados y rotos por el terrorismo neoliberal si piensan lo mismo.! Pero además, exigen más sumisión a los gobernantes ecuatorianos al señalar que: «Ecuador no mejoró el control de sus fronteras porosas ni reprimió la emigración e inmigración ilegal. Los débiles controles financieros de Quito y el amplio fraude con la documentación son todavía temas de preocupación, como ocurre con la reputación de Ecuador de ser un corredor estratégico para las armas, municiones y explosivos destinados a los grupos terroristas colombianos».

Los yanquis tienen la Base Militar en Manta con la que controlan los movimientos migratorios, pero quieren más. Con la complicidad de sus lacayos criollos nos han impuesto la dolarización que ha llevado a extremos dolorosos la miseria popular. Tampoco es suficiente. Nos obligaron a firmar la paz con el Perú, al precio de un nuevo cercenamiento territorial, para que más de 11 mil hombres de las Fuerzas Armadas vayan a la frontera con Colombia. ¿Es que sólo estarán satisfechos cuando hayan empujado a los soldados ecuatorianos a la guerra fratricida contra la insurgencia colombiana y contra los que discrepamos de ese proyecto suicida?

La alegría con que la Embajadora norteamericana en Bogotá recibió el triunfo de Uribe demuestra que la guerra contra las drogas y el terrorismo no incluye a sus aliados incondicionales. Las primeras palabras del nuevo Presidente han sido para solicitar el incremento de la ayuda militar para el Plan Colombia. Una vez más, desde el norte soplan fuertes vientos de guerra, mientras nuestros pueblos exigen paz, pan y desarrollo. El triunfo de Uribe Vélez inclina la balanza en la región andina a favor de las imposiciones del Imperio, pero los resultados dependerán, como siempre, de la acción organizada y creadora de nuestros pueblos.

Artículo cedido por ALAI

[1Ver Revista Vistazo, No. 831, abril 4 del 2002, Guayaquil, Ecuador, p.p. 12-13.

[2Fabio Castillo, «Los jinetes de la cocaína», Niskor

[3Diario "El Tiempo" de Bogotá, 17 de marzo del 2002.