En la calle, en el supermercado, en la fila del banco, en la cafetería o por donde quiera que vaya y haga su vida, levanta algarabía. Provoca arrebatadas declaraciones de admiración a su belleza, ovaciones a su valentía, gestos de solidaridad y, no pocas veces, agresiones, improperios y gritos histéricos que le pronostican una condena eterna y el infierno. No obstante, en medio de tanto ruido, ella mantiene su porte impecable y un gesto que dulce y apacible, parece sobrevolar un planeta desenfrenado.

Samantha, una joven transgenerista, con su sola presencia puede alterar cualquier lugar, pero con su trabajo, a favor de los derechos humanos de las personas de esta condición sexual, está alterando una sociedad que con frecuencia niega, se burla o maltrata a quien se muestra diferente. Ella hace parte de Cotransgénero, una de las organizaciones que, desde los años noventa, se ha conformado para defender y promover el reconocimiento y el ejercicio de los derechos humanos de las y los transgeneristas. Así mismo, hace parte del denominado sector LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas) que tiene un proceso de organización más reciente.

En el año 2000, el proyecto Planeta Paz impulsó la organización y unificación del sector de las diferentes comunidades y organizaciones de personas no heterosexuales, con el fin de elevar su capacidad de reconocimiento y de incidencia ante el Estado y, en general, ante la opinión pública. Hasta ese año, las comunidades de gays, de lesbianas, de bisexuales y de transgeneristas, cada una por aparte, trabajaban por sus propios intereses y necesidades.

De todas ellas, la organización de los gays es la de mayor experiencia. En Colombia, este tipo de organizaciones comenzó a gestarse a finales de los años ochenta, influenciadas por corrientes de izquierda europea, y alrededor de unas mesas de discusión, como el reconocido Grupo de Discusión y/o Estudio por la Liberación Gay, liderado por Manuel Velandia.

Por su parte, las primeras organizaciones de lesbianas se conformaron en los años noventa. Para desarrollar su labor, ellas han tenido que afrontar formas particulares de discriminación y de oposición, no sólo por ser personas homosexuales, sino que también, por el hecho de ser mujeres. Entre otras de las primeras agrupaciones, se destacó SOL (Solidaridad Lésbica). Posteriormente, se han creado otras organizaciones con mayor reconocimiento y duración, como es el caso, entre otras, de Triángulo Negro, Colectivo Lésbico y Mujeres al Borde.

De otro modo, las personas bisexuales se encuentran apenas en una primera etapa de organización, que se ha iniciado especialmente alrededor del trabajo teórico y de investigación, con el fin de dar visibilidad y lograr reconocimiento sobre esta comunidad. Entre otros investigadores sobre bisexualidad en Colombia, se destacan Carlos Iván García y Carolina Giraldo.

Así es como el proceso de unificación del sector LGBT ha revelado, aún más, que cada comunidad, de lesbianas, de gays, de bisexuales y de transgeneristas, posee una situación y unas necesidades e intereses particulares. No obstante, su trabajo como sector ha permitido que se reflexione y se reconozcan tanto dichas particularidades, como los puntos de encuentro que, también, son muchos: entre otros, su lucha por el reconocimiento como sujetos sociales, políticos y portadores de derechos humanos, internacionalmente reconocidos y, asimismo, contra la homofobia que se revela en amplios sectores de la vida nacional.

Así, por ejemplo, la 8ª Marcha de conmemoración del Día Internacional del Orgullo Lésbico-Gay, del pasado 27 de junio, dio cuenta de los alcances de lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas, organizados como un sector. La marcha en Bogotá, ha sido la más concurrida, de personas no heterosexuales, hasta ahora, en el país. Dicho de otro modo, se logró, más que nunca, que más personas no heterosexuales enfrentaran sus temores a una ciudad muy hostil con ellos y ellas, y exhibieran, con orgullo y dignidad, su identidad y su diversidad.

Por otra parte, con la marcha se logró que se mostrara que dichas personas han alcanzado un peldaño más en su lucha por el reconocimiento político y social de su sector. Por primera vez en la historia del país, un gobierno se manifestó y se comprometió a favor de una política pública para lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas: así se pronunció el alcalde Luis Eduardo Garzón, en la apertura de la marcha. Dicho compromiso corresponde con el proceso de incidencia llevado a cabo por un sector que ha tenido que luchar en Colombia, uno a uno, el reconocimiento a sus derechos.

Así también, ocho días después de la marcha, el pasado domingo 4 de julio, representantes del sector llevaron a cabo una manifestación en la Catedral Primada de Bogotá. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas se presentaron en la misa del mediodía para recibir la comunión, portando camisetas con mensajes escritos contra la homofobia. Este acto es otro de los ejemplos del interés de posicionar su lucha en los principales sectores de la vida nacional. De esta manera, se manifestaron a favor de un Estado laico en Colombia y contra la injerencia de la Iglesia católica en la definición de leyes y políticas públicas, que ha obstaculizado el reconocimiento y el ejercicio de los derechos humanos de las personas que no son heterosexuales.

Samantha encabezó la fila de manifestantes que pedían la comunión. Ante las cámaras de televisión que registraban el hecho, el sacerdote vaciló antes de darle la ostia a la transgenerista. En ese preciso momento, algunos desconocidos espontáneos la aplaudieron para animar semejante acto de valentía y desafío.

Por el contrario, a la salida de la iglesia, otros gritaron insultos y agresivas ofensas a quienes como ella, no son heterosexuales. De esta manera, en medio de improperios y también de ovaciones, que se repiten en cualquier momento y lugar, Samantha, como las y los demás activistas del sector LGBT, desarrollan su vida y se siguen abriendo paso entre la sorpresa y el rechazo de una sociedad que todavía no se acostumbra y que muchas veces rechaza, ataca o niega la diversidad sexual.