Este artículo de opinión fue publicado por el diario The New York Times, el 29 de agosto.

En una región polarizada y en un mundo complicado el Estado Islámico en Iraq y Siria presenta una amenaza unificada a una amplia gama de países, incluyendo a Estados Unidos. Lo que se precisa para confrontar a esta visión nihilista y su agenda genocida, es una coalición global que aplique las herramientas políticas, humanitarias, económicas, de aplicación de la ley, y de inteligencia en apoyo de la fuerza militar.

Además de las decapitaciones, crucificaciones y otros actos de maldad pura, ellos han matado a miles de inocentes en Siria, Iraq y Líbano, incluyendo a los musulmanes sunitas cuyo credo afirman representar, ISIS (que Estados Unidos denomina ISIL, por Estado Islámico de Iraq y el Levante) plantea una amenaza que alcanza a mucho más de la región.

ISIS tiene su origen en lo que una vez en Iraq se denominó Al Qaida, que tiene más de una década de experiencia en violencia extremista. El grupo ha amasado una fuerza combatiente endurecida, de jihadistas comprometidos con ambiciones globales, explotando el conflicto en Siria y las tensiones sectarias en Iraq. Sus líderes han repetidamente amenazado a Estados Unidos, y en mayo un terrorista asociado a ISIS mató a balazos a tres personas en el Museo Judío en Bruselas. (Una cuarta víctima murió 13 días después). Los cuadros de combatientes extranjeros de ISIS están planteando una creciente amenaza no solamente en la región, pero en cualquier lugar a donde puedan viajar sin ser detectados, incluyendo a Estados Unidos.

Hay evidencia de que esos extremistas, si se los descuida, no están satisfechos con detenerse en Siria e Iraq. En esta nueva encarnación ellos tienen financiamiento mejor y más amplio, usando el petróleo pirateado, el secuestro y la extorsión, y operaciones financieras en Siria e Iraq. Están equipados con sofisticado armamento pesado robados de los campos de batalla. Ya han demostrado capacidad para apoderarse y mantener más territorio que cualquier otra organización terrorista, en una región estratégica que limita con Jordania, Líbano y Turquía, y está peligrosamente cercana a Israel.

Los combatientes de ISIS han exhibido un salvajismo y crueldad repugnantes. Incluso cuando hacen carnicerías con musulmanes chiitas y cristianos, en su esfuerzo de provocar un conflicto étnico y sectario más amplio, persiguen la calculada estrategia de matar a sus congéneres musulmanes sunitas para ganar y mantener territorio. El decapitamiento de un periodista estadounidense, James Foley, ha conmovido a la conciencia del mundo.

Con la respuesta unida liderizada por Estados Unidos y la coalición de naciones más amplia posible, no se permitirá que el cáncer ISIS se extienda a otros países. El mundo puede enfrentar esta plata, y finalmente derrotarla. ISIS es odioso, pero no omnipotente. Ya tenemos pruebas al norte de Iraq, donde los ataques aéreos de Estados Unidos han modificado el impulso de la batalla, dando espacio para que las fuerzas iraquíes y curdas salgan en una ofensiva. Los líderes de Iraq, con nuestro apoyo, se han congregado para formar un gobierno nuevo e inclusivo que es esencial para aislar a ISIS y asegurarse el apoyo de todas las comunidades de Iraq.

Los ataques aéreos solos no derrotarán a este enemigo. Se requiere una respuesta mucho más plena del mundo. Necesitamos apoyar a las fuerzas iraquíes y a la oposición moderada de Siria, que enfrentan a ISIS en los frentes de combate. Necesitamos interrumpir degradar la capacidad de ISIS y contrarrestar su mensaje extremista en los medios. Y necesitamos reforzar nuestras propias defensas y la cooperación para proteger a nuestro pueblo.

La semana próxima, en los márgenes de la reunión cumbre de la OTAN en Gales, el secretario de Defensa Chuck Hagel y yo nos reuniremos con nuestras contrapartes de nuestros aliados europeos. La meta es conseguir la ayuda más amplia posible. Luego de la reunión el secretario Hagel y yo tenemos previsto viajar al Medio Oriente para conseguir más apoyo para la coalición entre los países más directamente amenazados.

En septiembre Estados Unidos estará a cargo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y usaremos la oportunidad para seguir construyendo una amplia coalición y subrayar el peligro que son los combatientes terroristas extranjeros, incluyendo a aquellos que se han sumado a ISIS. Durante la sesión de la Asamblea General, el presidente Obama dirigirá una reunión cumbre del Consejo de Seguridad para poner en marcha un plan para enfrentar esta amenaza colectiva.

En este batalla hay un lugar para casi todos los países. Algunos darán ayuda miitar, directa o indirecta. Otros darán la desesperadamente necesaria ayuda humanitaria para los millones que han sido desplazados y victimizados en toda la región. Otros ayudarán a restaurar no solamente las economías despedazadas, sino también la confianza rota entre vecinos. Este esfuerzo está en camino en Iraq, donde otros países se han sumado a nosotros en dar ayuda humanitaria, ayuda militar y apoyo para un gobierno inclusivo.

Nuestros esfuerzos ya han colocado a docenas de naciones junto a nuestra causa. Es cierto que hay diferentes intereses en juego. Pero ningún país decente puede apoyar los horrores perpetrados por ISIS, ni ningún país civilizado puede negar su responsabilidad para ayudar a borrar esta enfermedad.

Las aborrecibles tácticas de ISIS están uniendo y juntando a vecinos con intereses tradicionalmente conflictivos para apoyar al nuevo gobierno de Iraq. Y con el tiempo esta coalición puede comenzar a resolver los factores subyacentes que nutren a ISIS y a otras organizaciones terroristas con agendas del mismo tipo.

La construcción de una coalición requiere trabajo duro, pero es la mejor manera de acabar con un enemigo común. Cuando Saddam Hussein invadió a Kuwait en 1990 el primer presidente George Bush y el secretario de Estado James A. Baker III no actuaron solos, o con apuro. Metódicamente congregaron una coalición de países cuya labor concertada logró conseguir una rápida victoria.

Los extremistas son derrotados solamente cuando las naciones responsables, y sus pueblos, se unen para oponérseles.

Fuente
New York Times (Estados Unidos)
El New York Times aspira a convertirse en el primer diario mundial por medio de sus ediciones extranjeras.