Pinochet manejó el poder como un negocio familiar, apoyado en sus parientes y un selecto grupo de altos oficiales del Ejército que llamó “la Casa Militar”. Como cualquier emprendedor financiero del sistema neoliberal se dio maña para diversificar sus colocaciones en 128 cuentas y certificados de depósitos (CDs) en una veintena de bancos de Estados Unidos, Suiza, Reino Unido, Bahamas, etcétera.

El dinero fluyó sin parar durante 17 años (1973-1990) de saqueo de fondos reservados del tesoro público, más los 8 años que siguió sirviendo -en “democracia”- al Estado como comandante en jefe del Ejército y gran receptor de coimas por compras militares (1990-1998). Pero ha sabido administrar sus haberes hasta hoy, con gran lucidez y a despecho de haber sido declarado (jurídicamente) loco, víctima de “demencia subcortical de leve a molderada”.

Cuesta imaginarse a un servidor público o a un jefe de Estado ejerciendo el poder con tantas cosas en su cabeza -y sin equivocarse- cómo sólo Pinochet supo hacerlo. ¿Cómo fue capaz de coordinar la utilización de una docena de identidades y alias bancarios falsas para manejar millones de dólares en más de cien cuentas y depósitos a plazo, a la vez que salvaba al país del comunismo? Es decir, ¿cómo pudo hacer discursos rimbombantes -mientras se tragaba el cuento del “salvador de la patria” que le endosaron sus aduladores-, aparecer en televisión, “dictar” literalmente las leyes -por algo fue dictador- y a la vez, no descuidar un minuto su negocio central, el poder y sus ramificaciones financiero-personales.

Versatilidad de un “servidor público”

¿Cazurro o genio y/o salvador de un país?, la cuestión es que se dio maña para eliminar sindicatos, meter gente presa, torturar y matar a diestra y siniestra, eliminar a generales rivales como Oscar Bonilla y Augusto Lutz, ordenar la muerte de su ex jefe, colega y amigo general Carlos Prats González en Buenos Aires o de su conocido ex ministro de Defensa Orlando Letelier en Washington y, simultáneamente, con la misma lucidez, ordenar movidas financieras desde Zurich a Miami o de Nueva York a Las Bahamas, etcétera. Claro que no todo esto lo hizo solo: tenía a la DINA, a su familia, a su entorno de la “casa militar” y a todo un país a sus pies, mientras los civiles que lo instalaron en el poder se esforzaban por mejorar sus propios negocios que el malvado Salvador Allende había puesto en riesgo durante tres años.

En fin, todas estas reflexiones vienen a la mente leyendo las 86 páginas del informe “Lavado de Dinero y Corrupción Extranjera: Ejecución y Eficacia de la Ley Patriótica”, Reporte Complementario sobre las Cuentas Usadas por Augusto Pinochet en Estados Unidos, emitido el 16 de marzo por el Sub Comité Permanente de Investigación, adscrito al Comité de Seguridad Interna y Asuntos Gubernamentales del Senado de Estados Unidos, a cargo del senador republicano por Minnesota Norm Coleman, 55 años, y del demócrata por Michigan Carl Levin, 70 años. En rigor, el motor de esta investigación fue la minoría, o sea el senador Levin. El texto puede verse en http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20050315/
asocfile/ASOCFILE120050315221825.pdf

Da vértigo leer tanto dato minucioso sobre los cientos de nuevas movidas financieras descubiertas por el Subcomité después de sus primeros hallazgos sobre la relación Pinochet- Riggs conocidos en julio de 2004. Primero y principal, el Riggs fue el banco predilecto del ex dictador, pero también hubo otros que manejaron sus fondos: Citigroup, la sucursal del Banco de Chile en EEUU, Espirito Santo Bank Florida, Banco Atlántico (que es parte de Sabadell), Bank of América, Coutts & Co (USA) International (que hoy es parte del Banco Santander Central Hispano), Ocean Bank Miami, PineBank Miami, más cuentas en dólares en otras instituciones “offshore” de EEUU, en Argentina, Bahamas, Islas Caimán, Chile, Gilbraltar, España, Suiza y Reino Unido.

La verdad es que el Senado estaba investigando posible lavado de dinero de terroristas islámicos, en sintonía con la política “patriótica” de George Bush, cuando se topó con el hábil financista Pinochet, terrorista también. Por ocultar información y violar las regulaciones federales de la Office of the Comptroller of the Currency (OCC), la Oficina de Control de Divisas, el Riggs tuvo que pagar 16 millones de dólares en enero de 2005. Al fin de cuentas, todo negocio entraña riesgos.

Beneficios inesperados para las víctimas

En febrero, Joseph y Roberto Allbritton, los dueños del Riggs, pagaron en España otro millón en costas judiciales y ocho millones más al abogado Joan Garcés, que llevaba años buscando información sobre los fondos secretos del ex dictador, sustraídos a las órdenes de embargo del juez Baltasar Garzón. Garcés traspasó los ocho millones a la Fundación Salvador Allende de Madrid para un fondo destinado a resarcir a las víctimas de Pinochet que todavía viven. Fue notable que a comienzos de marzo el principal dueño del banco, Robert Allbritton, renunciara a la presidencia del Riggs y le donara otro millón al fondo de Garcés de su propio peculio. Entretanto, en Chile todavía no pasa nada por con la “reparación” prometida por Lagos a fines del 2004.

Impresiona la cantidad de personas que ayudaron desinteresadamente al dictador, como dicen hoy. El principal fue su segundo, el ex vicecomandante en jefe del Ejército, general retirado Guillermo Garín Aguirre, flanqueado por los generales Jorge Ballerino Sandford y Ramón Castro Lavanchy. Pero la lista es más larga porque se descubrieron cuentas, giros y retiros de plata de numerosos oros personajes de la “casa militar”, familiares y allegados del ex dictador. Todo esto ocurrió durante los últimos 25 años en 28 cuentas o CDs Riggs y otras 100 bancos diferentes. El propio Pinochet usó en 63 cuentas y CDs del Citigroup, entre 1981 y 2005, variantes de su verdadero nombre, Augusto Pinochet Ugarte (APU), como José P. Ugarte o J. Ramón Ugarte. Las cuentas fueron cerradas a mediados de los años 90, en plena “democracia” a la chilena.

Hubo cuentas a nombre de su hijo Marco Antonio Pinochet Hiriart, sus hijas Inés Lucía y María Verónica, y a través de la fantasmales empresas Meritor Investments, Trust MT-4964 y Redwing Holdings, la mayoría cerradas en 2000/2001, 2003 y 2004. Por allí pasaron millones de dólares. Veinticuatro cuentas y CDs del Banco de Chile EEUU entre 1995 y 2004, figuraron a su nombre, de familiares y de Oscar Custodio Aitken Lavanchi, el abogado chileno que hoy lo defiende en los tribunales por el asesinato de Prats. Esta gente utilizó 6 corporaciones offshore, en teoría exteriores a EEUU, Abanda Finance, Belview International, Sociedad de Inversiones Belview, Eastview Finance, GLP Ltd y Tasker Investments Ltd. El holding movió 7 millones en 9 años.

La documentación del Citibank acredita que Marco Antonio abrió su primera cuenta en junio de 1985 como “diplomático” y hombre de negocios. Los papeles describen a su “negocio” como la Embajada de Chile en Washington. El Estado Chile era un gran negocio familiar y de la “casa militar”. Marco Antonio manejó solo 9,1 millones de dólares. Hoy dice que lo hizo con “transparencia”. Todavía mantiene cuatro cuentas y CDs por 325 mil dólares.

Espirito Bank fue utilizado desde 1991 a 2000, a nombre de APU y esposa, Lucía Hiriart, más las corporaciones “offshore” Trilateral International Trading Ltd, y el Santa Lucía Trust, utilizado por la hija Jacqueline para enviar plata a la asistente de su papá María Ananías Kúncar, durante ocho años en que se movieron 3,9 millones, pero la tenencia global de dinero lavado ascendió a 10 millones.

Ocho de las 28 cuentas Riggs duraron 25 años bajo diversos nombres. Entre 1881 y 2004 hubo ocho cuentas Riggs abiertas por altos oficiales chilenos, por 1,7 millones de dólares. En 25 años se acumularon 128 cuentas secretas conocidas y debe haber unas cuentas sin detectar todavía. Además de las 9 primeras cuentas Riggs descubiertas en 2004, el senador Levin halló otras 19, la más antigua de julio de 1979 y la más reciente, activada en Londres en julio 2004. En esta investigación que condujo el senador demócrata colaboró el propio banco investigado, a través de su servicio Riggs Security & Investigations Group. Levin dejó constancia de su agradecimiento.

En el Riggs aparecieron esta vez otras siete nuevas cuentas personales o CDs, 4 abiertas con variantes de su nombre y 3 con un alias. También hubo 3 cuentas directas de familiares. Otras nueve fueron abiertas en Miami a nombre de terceros, uno de ellos identificado como el general Garín.

Algunas aperturas de cuentas: José Ugarte, 20 julio 1979, Washington, cerrada en julio de 1981; Ramón Ugarte, Miami, 13 julio 1881 a 8 de junio de 1984; José R. Ugarte, Miami, 14 de enero 1985 y cerrada 15 de marzo 1990. Augusto P. Ugarte y/o Lucía Hiriart P. abrieron una cuenta en asociación (trust) con María Verónica Pinochet, María José Martínez P. y Lucía Amunátegui P., Miami 4 de abril de 1990, cerrada el 10 octubre 1991. Daniel López, que es el mismísimo Pinochet, abrió una cuenta en trust con su hijo Augusto J. Pinochet, Miami, 5 de agosto de 1993, cerrada el 14 de marzo de 1996. Augusto hijo está procesado en Chile por comerciar autos robados. Daniel López tuvo otra cuenta en Miami desde agosto 1994 a enero 1996.

Cuentas, triangulaciones, traspasos... y más cuentas

Jorge Ballerino Sandord y/o Ramón Castro Ivanovic, abrieron otra cuenta en Miami en enero de 1982. Un tal John Long, que no se sabe quien es, abrió otra en 1985 para alimentar una cuenta de Garín cerrada el 4 de enero de 1988, 10 meses antes del Plebiscito de octubre que votó por el fin de la dictadura. Pero ese mismo día, el coronel Gustavo Collao Mira, secretario y consejero legal de Pinochet (también lo defiende hoy como abogado), abrió otra cuenta en Miami que cerró un año después. El teniente coronel José Miguel Latorre Pinochet, abrió cuenta en Miami, 10 de abril de 1989. Con una remesa de Latorre por 55 mil dólares, Gabriel Vergara Cifuentes, del Ejército, compró CDs el 13 de diciembre de 1991, cuenta cerrada el 25 de mayo de 1995 que llegó a tener 385.000 dólares.

Juan Ricardo Mac Lean Vergara, quizás pariente del anterior, representante de la oficina de compras del Ejército, abrió otra cuenta el 27 de diciembre de 1994 (cerrada el 14 de febrero de 1997) con 45 mil dólares remesados por el Riggs de Miami desde la cuenta de Vergara Cifuentes, etcétera. Eugenio F. Castillo Cadis, también de la oficina de compras, abrió otra cuenta en 1997, con una transferencia del Riggs Miami por 41.667,10 dólares, en asociación con Juan Mac Lean. Fue cerrada el 29 de abril de 2004. Se justificaron como cuentas de “la Casa Militar”, nombre del entorno de Pinochet. En el Banco Riggs creían que las cuentas estaban destinados a construir una residencia, una casa “militar” para Pinochet.

José Ugarte y M. Lucía Hiriart tuvieron cuentas bipersonales. APU y su mujer hicieron trasferencias al Banco Atlántico en Zurich, Suiza. Mario P. Hiriart, Mónica Ananías Kuncar, Lucía Hiriart Rodríguez, también. La mujer de Pinochet sigue sacándole plata al Estado chileno hasta el día de hoy por su condición de presidenta de los Centros de Madre “Cema”, unos 200 mil dólares anuales aportados por la lotería estatal Polla Chilena de Beneficencia.

La documentación reunida por Levin exhibe las relaciones de 1994 (ya gobernaba Patricio Aylwin) entre el Banco y la Marina, Fuerza Aérea, Astilleros y Maestranzas de la Armada, Dirección de Aeronáutica Civil, la Misión Militar en EEUU y hasta la Embajada en Washington. Hacia 2002, los depósitos de militares chilenos y de la Embajada en el Riggs totalizaban 100 millones. Altos jefes del Riggs iniciaron sus visitas a Chile en 1986, efectuando viajes para reuniones en 1994, 1996, 1997, 1999, 2000 y 2002, ya bajo el gobierno de Lagos. En cinco oportunidades se vieron con Pinochet en persona.

Estrategias de blindaje financiero

En 1986 Joseph Allbritton estuvo en Chile desde el 19 al 24 de agosto. Se reunió con su cliente en La Moneda, en plena dictadura. El co-dueño del Riggs volvió a Chile en 1994, acompañado de Paul Cushman III, cabeza del departamento International Banking Group, y Carol Thompson, vicepresidente de la División Bancaria de Embajadas. Un memorando de la señorita Thompson, fechado el 3 de noviembre de 1994, relata:

“El 25 de octubre de 1994, Timothy Coughlin, Paul Cushman y yo llamamos al general Pinochet a fin de expresarle nuestra gratitud por el regreso al Riggs de las cuentas de los oficiales militares chilenos desde el Banco Nova Scotia [Canadá]”. En la óptica de la jefa del Biggs se habían ido del Rigg en 1979 como consecuencia del asesinato en Washington de Orlando Letelier en 1976. Los banqueros sabían muy bien con quién trataban. El memo se titula “Informe de gastos de viaje”. Hay montones de cartas cariñosas entre los altos jefes del Riggs y sus clientes chilenos de uniforme.

En 1997, el general Ricardo Izurieta Caffarena, que heredó la comandancia en jefe del Ejército a partir de marzo de 1998, le pidió al Riggs una donación para la Fundación Pinochet. Antes de un nuevo viaje a Chile enviaron 5 mil dólares. El 13 de marzo de 2000, dos días después de que Ricardo Lagos asumiera como Presidente, y mientras Pinochet seguía preso en Londres, otra misión Riggs viajó para acordar cómo ocultar la plata. El 26 de marzo transfirieron desde Londres un millón de libras esterlinas, convertidas en nuevos CDs depositados en EEUU por un valor de 1,6 millones de dólares. En ese mismo marzo Joseph Allbritton y un equipo regresaron a discutir nuevas movidas con el entorno de Pinochet, o sea, la “casa militar”. La Fuerza Aérea le dio a Allbritton un paseo turístico por la Antártica. Un memorándum interno dejó constancia que “el balance consolidado [de todas las cuentas chilenas en el Rigg] excede los 100 millones de dólares”.

El 27 de julio de 2004 el Banco Reserva Federal de Atlanta hizo una visita de rutina al Banco de Chile en Santiago, que no les informó sobre los depósitos por 6 millones de dólares que había remesado el Riggs en 2002 por gestiones del abogado chileno Oscar Custodio Aitken Lavanchy, un hombre del entorno íntimo que está metido hasta el cuello en las movidas financieras más recientes

Las recomendaciones estratégicas que quedaron escritas se cuidan de no mencionar a Pinochet. Entonces había incertidumbre sobre su futuro. Podía esperarlo una cárcel en España o el regreso triunfal a Chile, que en definitiva fue lo que ocurrió, en silla de ruedas, pero en la losa misma del aeropuerto se produjo el milagro de su recuperación, en medios de los vítores de la “casa militar”, mejor dicho la “casta militar”. Como ejemplo, una cita de los papeles Riggs: “Los recientes desarrollos en Chile requieren que el Riggs desarrolle alternativas estratégicas para trabajar con nuestro cliente prominente” (Memorándum de Michael Cantacuzene, consejero del Grupo de Servicios Riggs titulado “Prominente cliente internacional bancario privado”.

“Dirán que todo es mentira, dirán que nada es verdad...”

Hoy los ex generales y demás miembros de la “casa militar” (Garín, Ballerino, Castro, Collao y Cía.) dicen que todo es mentira. Que fueron operaciones transparentes, fiscalizadas por la Contraloría de la dictadura, que no tomaron un centavo, que es falso que le hayan hecho depósitos a Pinochet, etcétera. Es muy rara la forma de operar en las compras del Estado sacando plata clandestina del país a través de cuentas personales, pero el fondo del asunto no se escarba demasiado en el Chile de hoy, más preocupado de “salir adelante” y mirar al futuro.

El delito de fondo, que es el robo de dineros públicos, tampoco está en los tribunales. Es decir, no está en cuestión el origen de la plata, sino que un delito tributario por “ingresos no declarados” para efecto de los impuestos. Utilizando la teoría de las platas negras, la abogada Carmen Hertz y su colega Alfonso Insunza arrastraron hábilmente al Servicio de Impuestos Internos (SII) en una demanda por “evasión tributaria” que atiende el magistrado Sergio Muñoz como “ministro en visita”.

Mientras la policía de Investigaciones elevó la evasión de 3,5 a 17,4 millones de dólares, tras peritajes e indagaciones acuciosas de la sección contable del Laboratorio de Criminalística, el juez Muñoz no puede avanzar muy rápido. El lunes 28 de marzo debería oír los alegatos de tres apelaciones: 1) La del abogado Pablo Rodríguez, defensor de Pinochet que pide su inhabilitación (del magistrado); 2) Otra por la decisión del juez de mantener el embargo sobre los bienes del ex dictador; y 3) Una apelación del SII que pretende impedir que los abogados de derechos humanos Hertz e Insunza sean parte del juicio tributario.

Entretanto, Pinochet enfrenta un nuevo desafuero o pérdida de su inmunidad como “ex jefe de Estado” por el asesinato de Carlos Prats y de su esposa en Buenos Aires, el 30 de septiembre de 1974, causa que instruye el ministro en visita Alejandro Solís y donde el defensor más conspicuo del dictador es ...Gustavo Collao, su tenedor de cuentas y ex secretario.