Al término de la batalla de Faluya, numerosos combatientes del Emirato Islámico (Daesh) huyeron de la ciudad formando un convoy de unos 500 vehículos con intenciones de alcanzar la frontera siria.

El Pentágono se negó a bombardear el convoy aduciendo que se componía de vehículos civiles y que seguramente transportaban a las esposas e hijos de algunos yihadistas.

Pero las fuerzas armadas iraquíes decidieron bombardearlo, destruyendo más de 200 vehículos, cuyos ocupantes resultaron muertos.

Los militares iraquíes están convencidos de que el Pentágono tenía instrucciones de no bombardear el convoy para permitir la fuga de los consejeros de la CIA que dirigen a los yihadistas.