Los tártaros viven en Rusia, en la República rusa de Tartaristán, y en Crimea, donde residen unos 250 000, y son aún más numerosos –5 millones– en Turquía.

Sin embargo, durante la Segunda Guerra Mundial los tártaros se pusieron del lado del fascismo y apoyaron a las tropas nazis en contra de los rusos. El III Reich los puso bajo la autoridad de Gerhart von Mende, incluyéndolos en el Ostministerium. Su alianza con los nazis les valió que el gobierno de Stalin decidiera deportarlos, dispersándolos en su mayoría a través de la Unión Soviética. Sólo al cabo de años de exilio, los tártaros fueron autorizados a regresar a Crimea.

Al término de la Segunda Guerra Mundial, la CIA reunió a los musulmanes que trabajaban para el Reich y que habían logrado escapar. Y los incorporó al AmComLib, o sea el American Committee for the Liberation of the Peoples of Russia que difundía su propaganda a traves de Radio Liberty. Posteriormente, esa estación se fusionó con Radio Free Europe.

Durante todo el periodo de la guerra fría, la CIA utilizó numerosos agentes tártaros para sabotear la economía de la Unión Soviética. En los años 1950, la CIA creó una mezquita en Alemania para utilizarla como base de retaguardia en esa operación. Más tarde puso la dirección de esa mezquita en manos de Said Ramadan y de la Hermandad Musulmana.

Sobre eso trata la investigación de Ian Johnson, titulada Una mezquita en Munich. [1]

En los años 1960, los tártaros antisoviéticos se agruparon alrededor Mustafa Yemilev, también conocido bajo el nombre turco de Mustafa Abdulcemil Cemiloglu, en el seno de la Unión de la Juventud de los Tártaros de Crimea. En 1969, este individuo se unió al grupo de Andrei Sajarov, obteniendo así una reputación injustificada de personaje hostil a la violencia. Condenado en 7 ocasiones debido a sus vínculos con la CIA, pasó en la cárcel un total de 10 años, hasta que Mijaíl Gorbatchov lo autorizó a regresar a Crimea.

En 2004 participó en la «revolución naranka», organizada por la CIA siguiendo los consejos de Gene Sharp. Se convierte entonces en diputado de los tártaros ante el Parlamento ucraniano.

El 8 de mayo de 2007, aniversario de la derrota nazi, su organización participa en el Congreso Constituyente del «Frente Antiimperialista», reunido por la CIA en Ternopol (oeste de Ucrania). Todas las organizaciones nazis e islamistas de Europa participan en ese congreso. Doku Umarov, emir del Cáucaso y presidente del Emirato Islámico de Ichkeria (Chechenia), no puede participar en la reunión pero envía una carta de acogida y respaldo. El Frente elige como presidente al nazi Dimitro Yarosh, quien más tarde tendrá un papel central en el golpe de Estado [de Kiev] y se convertirá en secretario adjunto del Consejo de Seguridad Nacional de Ucrania.

En 2013, Mustafa Yemilev hace campaña contra el reconocimiento del genocidio [turco] contra el pueblo armenio y amenaza al Estado con las peores represalias si se empaña así el honor de Turquía.

Durante el golpe de Estado de la plaza Maidan, a finales de 2013 y principios de 2014, Yemilev respalda el régimen golpista. Jóvenes tártaros, que estaban participando en la yihad en Siria, son enviados rápidamente a Kiev por los servicios secretos turcos para organizar a los manifestantes en la plaza junto a los grupos nazis.

Mustafa Yemilev se une al bloque de Yulia Timochenko, se opone al referéndum sobre la reintegración de Crimea a la Federación Rusa y da una conferencia de prensa conjunta con Ahmet Davutoglu –en Ankara– llamando a boicotear esa consulta.

El 14 de marzo, es recibido por el Consejo del Atlántico Norte en la sede de la OTAN, en Bruselas.

El 13 de junio de 2014, en ocasión de un viaje del presidente Obama a Polonia, Mustafa Yemilev recibe del gobierno polaco el premio de Solidarnosc, ascendente a 1 millón de euros. El presidente polaco Bronislaw Komorowski le entrega personalmente la recompensa, en presencia del secretario de Estado John Kerry, del presidente ucraniano Petro Porochenko y del viceprimer ministro turco Bulent Arinc.

El 1º de agosto de 2015, Yemilev preside el Congreso Mundial de los Tártaros, en Ankara. Junto a él se hallaban tanto el ministro ucraniano de Relaciones Exteriores, Pavlo Klimkin, como el viceprimer ministro turco, Numan Kurtulmus.

Más de 700 personas participaban en el Congreso, representando más de 200 organizaciones.

Al final del Congreso, Mustafa Yemilev anunció la creación de una brigada internacional musulmana para retomar Crimea. Esa brigada tendrá su base en Jerson, donde ya se encuentra un gobierno provisional de Crimea en el exilio, y debe incluir voluntarios provenientes de las Repúblicas de Tartaristán y Chechenia, así como de Uzbekistán y Azerbaiyán y de la región georgiana de Meskhetia.

Finalmente, Yemilev y su segundo, Refat Abdurakhmanovich Chubarov –en turco, Refat Abdurahmanoglu Cubarov– fueron recibidos por el presidente turco Erdogan.

La historia no dice si Recep Tayyip Erdogan tiene intenciones de incluir en esa brigada algunos de los actuales combatientes del Emirato Islámico o si sólo les asignará nuevos elementos. Lo que sí es seguro es que no se trata de una brigada internacional para defender los derechos de los tártaros de Crimea sino para agredir a Rusia con ese absurdo pretexto.

Más que nunca, el señor Erdogan se reafirma como supervisor del terrorismo islamista mundial.

[1Los lectores pueden obtener documentos de la CIA descargándolos desde el sitio web del Wilson Center.